Es cierto que con la celebración del Día Internacional de la Mujer se han multiplicado los premios que se entregan a las mujeres más ejemplares, ya sean por parte de administraciones, de sindicatos y hasta de asociaciones. Un día de reflexión, que al final, en muchas ocasiones, no se traduce en realidades concretas y palpables. Porque las buenas palabras pronunciadas todos los 8 de marzo se las lleve el viento esa misma jornada y luego quedan por delante otros 365 días hasta que nuevamente se vaya a conmemorar esa fecha reivindicativa. Es cierto que el papel de la mujer en la sociedad en los últimos 50 años ha experimentado un crecimiento que supera a muchos siglos de lucha por la dignidad. Sin embargo, la brecha por la igualdad plena y definitiva aún costará decenios el conseguirla. Ahora mismo, una de las lacras más importantes que merece una reflexión diaria son las muertes por violencia de género. En nuestro país, a lo largo de los poco más de 2 meses de este año 2017 ya son 16 las mujeres que han muerto a manos de sus parejas o de sus antiguas parejas. Una espiral que, de seguir a este ritmo, en los casi diez meses que quedan para la Nochevieja podemos batir uno de los récords más negativos de esta sociedad que consideramos tan avanzada. Por supuesto, la base sobre la que se debe seguir construyendo la aún lejana igualdad real es la educación a todos los niveles. En definitiva, más hechos y menos palabras.