La Consejería de Sanidad ha aumentado esta legislatura hasta casi multiplicarlos por cuatro los recursos disponibles para hacerse cargo de perros abandonados, pero los medios existentes siguen sin ser suficientes para atender la problemática que generan los indeseables que se deshacen en la vía pública de los animales que ya no quieren o necesitan.
El riesgo se multiplica cuando se trata de mascotas potencial o ya realmente peligrosos, como ha sucedido esta semana en la periferia de la ciudad, entre el Príncipe y Loma Colmenar, donde dos pitbull han sembrado el pánico con una agresión a un joven y al menos otros dos intentos de ataque a varios policías nacionales y un deportista.
El suceso terminó ayer con el abatimiento a tiros de los canes para evitar males mayores ante la aparente imposibilidad de apresarlos de otra forma.
El incidente debe llevar a la Ciudad a extremar el control de los perros y a imponer todas las sanciones contempladas en la normativa a aquellos propietarios que no respetan lo establecido en materia de cría, tenencia y circulación con sus mascotas.
La imagen de personas con ejemplares de razas potencialmente peligrosas sin bozal e incluso sin correa, en algunos casos paseándolos como si de un arma se tratara, exige controles exhaustivos y, en su caso, expedientes y multas. También es preciso vigilar más de cerca quiénes se dedican a la cría de ese tipo de perros (y otros) para prevenir los abandonos.
Una vez que se producen, la administración también necesita más medios para recoger esos animales con la mayor celeridad e infraestructuras con la capacidad necesaria para hacer frente a esta problemática que tiene unos solos culpables, los irresponsables sobre los que debe caer todo el peso de la ley.