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“Mañana se concentrarán empresarios y trabajadores para reivindicar un tráfico fluido en los pasos fronterizos. Lo hacen para defender la rentabilidad de las empresas”
La historia de la vaca Margarita no para de acaparar minutos en las televisiones y medios escritos del país. Esta semana la Conselleria de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación de la Generalitat pretendía sacrificarla por “indocumentada” o carecer del pertinente historial veterinario y sanitario. Una medida que ha puesto en pie de guerra al pueblo de Tortosa y a los responsables del santuario de animales de Tarragona que han recogido más de 170.000 firmas para evitar el sacrificio de Margarita. Unas movilizaciones que permitirán, como ya ocurrió en otra ocasión, salvar su pellejo.
Un preámbulo que puede servir para conocer las causas por las que Ceuta va perdiendo poco a poco el esplendor económico que tuvo. No hay que irse muy lejos para enumerar las industrias que iban cerrando sin que nadie levantara la voz, sin que ese posicionamiento sirviera para hacer comprender a la ciudadanía y gobernantes que hay cosas que no se pueden perder, porque a veces, lo poco es mucho. No hace tantos años que disfrutábamos de fábricas de cerveza, ladrillos, de refrescos La Casera, Konga y el autóctono Kiss, una productora de leche y yogur, sin olvidar las fábricas de caramelos y chocolates. Unos años antes perdimos las de conservas, hielo y harina. El poco tejido industrial desaparecía con la complacencia o resignación de los ciudadanos.
La gallina de los huevos de oro –los paraguayos– se fue acabando poco a poco, porque las diferencias de precios de los productos se igualaron con la península. Se acabo con la industria, se acabaron los paraguayos y se acabaron los miles de soldados que venían a cumplir el servicio militar obligatorio. El comercio transfronterizo aliviaba las ventas y, sin darnos cuenta, nos sorprendió un nuevo mercado, el turismo de la nueva clase media de ciudadanos marroquíes.
Hay personas que no valoran la importancia del turismo marroquí y del comercio transfronterizo, porque no están comprometidos con la ciudad, están de paso, es decir, son ceutíes hasta su jubilación. Sin embargo, basta decir que el 50% de los ocupantes del Parque Marítimo son ciudadanos del vecino país para que valoren y mimen esta fuente de ingresos. Estos datos pueden extrapolarse a restaurantes, tiendas de confección, salas de juegos y comercio en general.
Mañana se concentrarán empresarios y trabajadores para reivindicar un tráfico fluido en los pasos fronterizos. Lo hacen para defender la rentabilidad de las empresas y sus puestos de trabajo. Todos apostamos y queremos que se agilice el paso fronterizo, pero será una solución provisional para el comercio local, porque no tardarán en igualarse los precios de nuestros productos con los del vecino país y, como ocurrió con los paraguayos, ya no será atractivo comprar en nuestra ciudad. No es que uno sea discípulo de Rappel, es la evolución inevitable del mercado y, por tanto, se debe trabajar para crear nuevas formulas que aporten incentivos ante una más que probable nueva situación del mercado marroquí.
Suerte a Margarita y Ceuta.