“Se han llevado mi corazón”. Entre lágrimas, Fatima recuerda a su hijo Mohamed Lahiachi Kasen. Hasta este martes lo tenía a su lado, tenía a su niño, a quien como madre soltera había criado y con quien hace unos años se trasladó a vivir de Ceuta a la Península.
Días después de que Mohamed muriera a las puertas de un bar en Jérica, Fatima no ha podido todavía enterrar a su hijo, tampoco le ha podido besar, no sabe nada y ni siquiera lo ha visto.
Le dicen que al estar el caso bajo investigación debe esperar: “Un mes, tres semanas… Eso es lo que me han dicho que se tardará en dármelo”, explica en una entrevista con El Faro.
Fatima solo quiere justicia y niega todo lo que han publicado medios de comunicación sobre la muerte de su único hijo. Con él habló poco antes de que muriera o, como ella considera, lo mataran.
Horas antes de la gran tragedia de su vida, Fatima estuvo con Mohamed, comieron juntos y hablaron. Desde hace unos años vivían los dos en la Península junto a su perro, un husky que lleva con madre e hijo toda la vida.
Residieron durante años en la barriada del Príncipe hasta que buscaron futuro al otro lado del Estrecho.
Fatima explica que a las 22:00 horas de ese día fatídico llamó a su hijo y este le dijo que estaba tomando algo en el bar a cuyas puertas murió. Solía ir allí porque uno de sus camareros era su amigo.
Mohamed le envío un vídeo a su madre para indicarle cómo estaba buscando que estuviera tranquila. Una hora después, sobre las once, Fatima le volvió a llamar pero esta vez no obtuvo respuesta.
“Le llamaba, le llamaba y nada”, explica entre sollozos sin todavía creerse lo ocurrido. Tuvo que telefonear a un amigo al que le pidió que acudiera a ese bar en busca de Mohamed. “Yo pensaba que no me quería coger para que no le dijera que se fuera a casa, pero en realidad ya estaba muerto”.
Esto último se lo verificaron solo cinco minutos después. “Me llamó este amigo a quien le había dicho que fuera al bar para decirme ‘tu hijo ya no está en este mundo”, recuerda.
“Yo pensaba que era mentira, que se estaba riendo de mí y llamé a la Guardia Civil. No me lo podía creer cuando me dijeron que había muerto”.
“Los agentes me dieron el pésame. Mi hijo tenía solo 24 años y llevábamos tres aquí. Quiero que investiguen todo. No he podido ver a mi hijo todavía, pero quiero enterrarlo”, lamenta, sabiendo que debe ceñirse a los tiempos que le han marcado de espera al estar abiertas varias líneas de indagación sobre lo ocurrido.
Fatima tiene claro que lo contado hasta ahora es mentira. Su hijo tenía dinero, por lo que es imposible que se negara a abonar las consumiciones. Ella cree que se están contando cosas sin saber, inciertas, y que se hace por un claro menosprecio hacia la persona de su hijo.
“Se han llevado mi corazón, yo saqué adelante sola a mi hijo, sufriendo, para que ahora me lo quiten así. Dicen que le cogieron entre 4, pues quiero que se sepa todo, porque este dolor que tengo nadie me lo puede quitar ya”.
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