Es el grito desgarrador de una madre en Ceuta. Una luchadora con tres hijos a su cargo que reciben tratamiento en Salud Mental.
Uno de ellos es Adam, un niño de 9 años con una minusvalía del 52% cuyo perfil obliga a que reciba clases en el colegio San Antonio. Eso sería lo ideal, pero de momento esa petición, respaldada por personal educativo, no ha sido atendida por el Ministerio.
El pequeño sufre, de acuerdo con un informe realizado por Psiquiatría de Ingesa, trastorno explosivo intermitente, trastorno de déficit de atención e hiperactividad, así como trastorno de aprendizaje y crisis de ausencias y TEA, trastorno del espectro autista.
La historia de Nora es la de una auténtica madre coraje desesperada. La suya sale a la luz, pero no es la única. Muchas otras madres y padres son víctimas en Ceuta de la falta de recursos y atención suficiente para atender a niños que necesiten de una educación especial.
Un maestro sombra como única solución
A su hijo, ya desde Infantil, los profesores comprobaron que necesitaba de atenciones específicas ya que, por ejemplo, sufría ataques en el colegio o mostraba un comportamiento difícil de controlar sin personal especializado.
La situación, imposible de ser atendida por los docentes, llevaba a que se tuviera que llamar continuamente a Nora para ir a recogerlo, algo que no solo afecta a la propia madre sino también a su entorno laboral y familiar.
Los episodios se fueron agravando en intensidad y frecuencia, sin que el menor haya podido superar el nivel de competencia curricular de 1º de primaria debido a su estado y a las faltas de asistencia por el trastorno grave de conducta que padece.
La falta de recursos educativos para atender a estos niños y la saturación que de por sí sufre el colegio San Antonio lleva a que se permitan situaciones extremas como la vivida por esta familia, que no puede llevar a su hijo al centro que debería corresponderle por su estado.
El Ministerio no ha reaccionado con la celeridad debida ya que este curso escolar sigue en el colegio que le fue asignado, aportándole como único recurso un maestro sombra.
Los informes de la orientadora que no son atendidos
La afectada presentó queja en el Ministerio. Desesperada ve cómo su hijo, estando en 4º curso, no sabe leer ni escribir, viviendo episodios en los que principalmente sufre él, pero también su entorno educativo.
Al no haber en Ceuta aulas especializadas en Salud Mental, el único recurso existente es el colegio de San Antonio, considerado el adecuado de acuerdo a los informes aportados por ejemplo por la orientadora del pequeño, que conoce a la perfección su caso y le ha estado ayudando.
Nora pide ayuda urgente, teme que pueda ocurrir alguna desgracia. “¿Qué tengo que esperar a que ocurra algo grave?”, expone emocionada mientras reclama únicamente un centro adecuado a las necesidades de su hijo.
“He llegado a la desesperación”, explica, transmitiendo el dolor, indignación e impotencia que tanto ella como muchos más padres sienten ante lo que está pasando.
Lamenta el comentario que se le hizo en el Ministerio por parte de un inspector cuando se le dijo que costaba dinero poner solo para el pequeño un profesor sombra o presentarle como alternativa el recibir clases en su propio hogar, ya que esto supondría una clara discriminación y aislamiento para el pequeño.
“La solución que me dan es aislarlo”, denuncia, algo por lo que no piensa pasar, estando dispuesta a unirse con más madres que están sufriendo su mismo caso.