Nace la Fundación ‘Ceuta, crisol de culturas’, con afán de dar el pelotazo en materia cultural, con tal de que la desconocida pase a ser la ciudad con más notoriedad del panorama. Al frente aparece el primer Paco de esta historia. Pacoantonio, llamado a emprender otra faceta profesional después de un periodo en el que ha encontrado demasiado espacio para la reflexión. Al menos ganas se le ven, otra cosa es que el proyecto cale entre la ciudadanía. Cuando las cosas ‘se meten’ con calzador cuesta asimilarlas y esta Fundación nace ya con el rechazo de una parte de la población y con el recelo de la otra. La entrada de Pacoantonio hace variar la situación del segundo Paco, de apellido Márquez. Ceuta se le queda pequeña a quien lleva años soñando con dar el salto al otro arenal. Ahora lo consigue a medias, puesto que Vivas sabe lo que tiene, de lo que puede echar mano y lo que le sobra. Y Márquez entra dentro del saco de los primeros. Así que, al menos hasta las próximas, tendrá que estar de un lado a otro compaginando ambas carteras. El consejero se las sabe todas y se enfrentará no sólo a la duplicidad de trabajos sino a las puñaladas que ahora le lloverán de quienes planean ya tener por menester el criticar las ausencias del ojito derecho del presidente. La ausencia de padrinos, es, para algunos tan dolorosos que tienen que agarrarse a un clavo ardiendo si quieren vengarse de los muchos golpes asestados por Márquez.
Tres eran tres las hijas de Elena y tres son también los Paco que salen de una u otra manera beneficiados por la Fundación. El primero se beneficia porque tiene ante sus manos un proyecto en el que brillar, y, sagaz, como él solo, sabrá como dar el campanazo. El segundo consigue el puesto político que esperaba y por el que hasta imploraba. Pero en el trío nos falta el Paco que vea en la Fundación la manera de hacer negocio, porque en todo proyecto siempre hay un lumbreras que, a paso de tortuga, se acerca al bote. Y este Paco está nervioso por garantizarse una jubilación haciendo experimentos con aceite, -¡ah! no perdón, son con gaseosa ¿no?-, eso creo, aunque de sociedades fantasma y demás poco entiendo. Pónganle ustedes el apellido, seguro que aciertan. Ahora sólo nos queda como sufridos ciudadanos esperar qué actividades nos depara esta Fundación, copia de Melilla. Seguro que nos sorprenden con certámenes de acuarela o de piano para fortalecer los lazos con Portugal. Ayer se nos pidió a los periodistas colaboración y al resto de ciudadanos ideas: yo ya tengo una: un concurso para aprender a detectar a sinvergüenzas. ¿Gustará a los portugueses?