Entre “muy complicado”, “nada” y “casi imposible”. En esa horquilla nada halagüeña se mueven las esperanzas que los sindicatos con representación en el sector de la enseñanza han depositado en la reunión que hoy mantendrán en Madrid el presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, y el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert. A los problemas “crónicos” en las aulas melillenses, los docentes suman ahora la “alarmante precarización” que han generado los últimos recortes presupuestarios, con sus efectos inmediatos en forma de menos personal y más alumnos por clase. Un cóctel de adversidades que, según denuncian, han convertido el recién despedido curso 2012-13 en “uno de los peores de las últimas décadas”.
Existe una coincidencia casi absoluta entre las centrales sindicales respecto a los obstáculos que, según su criterio, debería colocar hoy Imbroda sobre la mesa de su compañero de partido. El primero que reproducen con insistencia es el de la ratio, la proporción de alumnos por aula, que en Melilla desborda la media nacional. “Las cifras son insoportables. Además de compartir los mismos problemas que en el resto de España, aquí los niveles de natalidad son altísimos”, asegura Dolores Jiménez, de FETE-UGT. Su experiencia en Primaria la corrobora su compañero de sindicato en Secundaria, Julio Martínez, que denuncia que “así no se puede atender a los jóvenes”. Ricardo Jimeno, de CCOO, coincide en el diagnóstico: “Hay una auténtica masificación. No hay más que acercarse al Instituto Virgen de la Victoria para comprobarlo. Es tercermundista, no reúne condiciones”, lamenta.
A sólo dos días de la jubilación tras 45 años de profesión, Andrés Carretero recuerda que en 2007, recién estrenado su cargo en el sindicato ANPE, ya escuchó en Madrid un “lo estudiaremos” tras su queja por el desorbitado número de alumnos por aula. “Y desde entonces estamos igual. Es un problema crónico que no se va a solucionar”, augura. Además, añade al listado de problemas que ni Melilla ni Ceuta cuenten a estas alturas con órganos de gestión propios y que cualquier cuestión que afecta a los centros, como la simple aprobación del horario escolar, tenga que recibir el visto bueno desde Madrid. “Los criterios de escolarización, la definición de las plantillas... Nada se decide en Melilla. Todo depende de Madrid. No tenemos ni siquiera un protocolo de actuación en casos de agresiones a profesores, que tienen que ir a los juzgados por su cuenta”, subraya.
Otra de las demandas “eternas”, denuncian, es la del déficit de infraestructuras. “Yo ya no sé si hay interés real para que haya nuevos centros. Llevamos diez o doce años reclamando y nunca se lleva a la práctica, como en el caso del Jardín Valenciano. Levantarán casas, construirán supermercados... y seguiremos sin instituto”, lamenta Ricardo Jimeno. “Para esas cuestiones no hay solución, son como un cáncer”, coincide Carretero. “Planificaron un nuevo centro, pero al final... A corto plazo no habrá. Es triste decirlo, pero es así”, concluye Julio Martínez.
Tras el análisis, los tres sindicatos alcanzan la misma conclusión: sin medios y con más alumnos por aula “no hay forma de atenderlos como se debería”, de forma que los dos problemas, recursos y ratio, están “íntimamente conectados”. “En el famoso Informe PISA, Andalucía, Ceuta y Melilla están muy mal situadas. Habría que ver por qué”, sentencia Jimeno.