Cuando se recorre la costa sahariana, una de las cosas que más impactan son los cauces de agua y los estuarios y lagunas marinas que se forman en lugares insólitos del profundo sur marroquí. En concreto, el vasto territorio comprendido entre el río Massa (entre Agadir y Tiznit) y Sequía al Hamara (la acequia roja que es como se conoce en árabe al territorio entre El Aiun y Smara) presenta una variedad de ambientes lagunares con no pocas mezclas de agua dulce que le confieren una gran belleza e interés científico al territorio. El reciente libro publicado por el Museo del Mar (Marruecos, el litoral para viajeros inquietos) atiende de manera general estos enclaves naturales especiales pero no lo hace de forma pormenorizada pues son muchos los aspectos que deben tratarse en estos ambientes y lugares, como los recientes descubrimientos arqueológicos que se han realizado al sur de Sidi Ifni y al norte de Tarfaya.
Los antiguos enclaves de Santa Cruz de la Mar Pequeña y de San Miguel de Assaka han aportado mucha luz histórica sobre aspectos muy relevantes con relación a los intentos de ocupación europea del litoral que hoy pertenece al reino de Marruecos. Ambos enclaves históricos están situados cerca de zonas con agua salobre o salada, en el caso de San Miguel de Saka o Assaka los investigadores han establecido que se trató de un asentamiento promovido por el Adelantado Fernández de Lugo que fue el conquistador de Canarias y se construyó un pequeño fuerte sobre anteriores terrenos ocupados durante la antigüedad clásica. La aventura colonial terminó francamente mal para los canarios y castellanos que lo intentaron y fue muy efímera (un año escaso), ya que se abandonó como consecuencia de una cruenta batalla en la que pereció la mayor parte del ejército, incluidos algunos canarios aborígenes de clanes poderosos, como el hermano de Fernando de Guanarteme. Los restos de conchas marinas purpuríferas encontradas en este sitio arqueológico son también de gran interés pues parecen indicar que el comercio de la púrpura en la antigüedad clásica no solo estaría vinculada a Mogador sino también a todo el Suss marroquí, que proveería a la ciudad caravanera con este producto suntuoso para la tinción de ropajes.
El río Num (Anguila) es más conocido en la región de Ifni como Assaka en su parte final cuando se encuentra con el mar y es un territorio excepcional desde el punto de vista geológico y biológico. La ventana geológica de Ifni ha dejado al descubierto rocas antiquísimas que provienen del periodo proterozoico y es un laboratorio natural para observar rocas de miles de años de antigüedad, el mismo cauce del río mencionado es un excelente lugar para observar algunas rocas de esta época tanto ígneas como metamórficas. Se trata de rocas formadas en el mismo tiempo en el que se estaban desarrollando los primeros invertebrados como las esponjas marinas o los celentéreos y otras formas de vida de apariencia extraordinaria, ya extinguidas como las encontradas en la comunidad marina australiana de Edicara. La diversidad biológica que se puede encontrar en este ambiente es especial, muy bella y en cierta forma espectacular en la composición de los cuadros naturales que forma. Con un poco de paciencia podemos observar preciosos grupos de galápagos soleándose sobre estas rocas de bellos colores a las que acabamos de referirnos y en la época apropiada cientos de ranitas saharianas cantando y moviéndose de un lado a otro. El fondo de las pozas está cubierto de moluscos y en algunas zonas se pueden observar algas de río bellísimas de colores rojizos o también de intenso color verde clorofila. En estos ambientes se han descrito muchas especies nuevas de crustáceos que se encontraban completamente desconocidos para la ciencia.
El río termina en un culo de saco donde se producen filtraciones de agua salada por la cercanía del mar y es en este curioso ambiente donde disfrutaremos de grandes concentraciones de Ruppia maritima que es una planta con gran tolerancia a la sal pero que necesita buenos niveles de oxigeno y que forma unas redes intrincadas de vegetación cuando alcanza su óptimo, presentando unas curiosos y bonitos racimos de frutitos oscuros. Esta zona, unida a la primera parte de playa Blanca, es también uno de los puntos calientes de diversidad de plantas costeras. Aquí podemos deleitarnos con plantas endémicas de la región como el bello Saharanthus ifniensis que expulsa a través de sus carnosas hojas la sal que no puede absorber.
Entre Agadir y El Aiún se encuentran, sin embargo, otros muchos cauces de agua dulce y pequeños entrantes de agua de mar que merecen nuestra atención. En ellos se pueden ver cuadros tan insólitos como son las bandadas de flamencos filtrando en la orilla del mar o extensiones de saladares y tarajales que se adentran kilómetros hacia el interior. Todos son diferentes y contienen tesoros naturales muy variados, pues las condiciones físicas y químicas no son las mismas entre estos entornos insólitos. La erosión y los eventos geológicos más recientes datados durante el cuaternario son factores a tener en cuenta para entender las diferencias que se pueden establecer entre estos insólitos cauces de agua y sus lagunas costeras. A pocos kilómetros de Tarfaya también podemos visitar un lugar excepcional por su paisaje, naturaleza y su significado histórico. En esta gran laguna marina llamada Naila se han encontrado los restos de Santa Cruz de la Mar Pequeña que, según un reciente estudio arqueológico, nunca estuvo situada en el entorno de Ifni sino en esta laguna litoral. Según nos cuenta el estudio arqueológico, el emplazamiento estaba construido en una isla de arena pero hoy en día ya forma parte de una de las márgenes de la laguna, debido a las transformaciones paisajísticas de estos siempre cambiantes paisajes saharianos. El caso es que estuvo ocupado durante varias décadas ininterrumpidas entre 1478 y 1527. Un lugar para disfrutar, sobretodo de los extensos saladares y las praderas de Spartina maritima y, cómo no, de un extraño paisaje sumergido ocupado por grandes ascidias y una baja pero impresionante diversidad de algas y otros invertebrados como los enormes moluscos de la especie Cymbium olla. La pesca es también espectacular y la laguna es frecuentada por muchas especies entre las que se incluyen grandes tortugas marinas e incluso tiburones zorro que pueden entrar para alimentarse. Las cabriolas de los charranes y el paisaje de los cinturones de dunas termina por ganar nuestra adhesión a este espacio para siempre. Ciertamente todos estos alicientes culturales y la escasez de obra divulgativa han decidido al Museo del Mar a emprender junto con colegas canarios una nueva obra que muestre de forma atractiva y no excesiva estos espacios tan singulares como son los cauces de agua dulce y las lagunas marinas repartidos por el territorio sahariano marroquí.
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