- Quienes transitan por ella cada mañana para trabajar o estudiar se quejan de los cierres en el lado marroquí con los que frena la afluencia de más porteadores
- Una avalancha activó a la UIP de la Policía Nacional que puso orden en el tumulto
Las personas que esperan en las paradas de taxis y autobús de la frontera del Tarajal son los otros afectados por el desorden que sacude el borde que separa Ceuta y Marruecos. Ellos son los más ignorados: empleadas del hogar, trabajadores transfronterizos, escolares matriculados en colegios españoles e incluso ciudadanos con pasaporte español.
Todos bloqueados en el lado marroquí por los cierres intermitentes que las autoridades vecinas aplican en la frontera y con los que frenan la enorme afluencia de porteadores que intentan entrar en Ceuta por la frontera del Tarajal –a pesar de que solo lo tienen autorizado por el Tarajal II–. “Nos encontramos con la puerta cerrada, pero deberían de dejar que la gente vaya a su trabajo, al colegio o donde tenga que ir todos los días”, se quejó un ciudadano que llegaba tarde a su empleo después de “tres horas de espera”.
Ya ni los pases fronterizos o los pasaportes agilizan el tránsito, añadieron los afectados. “Me dicen que con esto se limpian el culo”, denunció de forma pública mientras mostraba un pasaporte español; “gracias a dios nosotros tenemos nuestros papeles. Si ellos están causando problemas –dijo señalando a los porteadores– que los solucionen”, instó.
La desorganización en la frontera marroquí hace que todos los transeúntes se acumulen por igual, “como en una ensalada”, sin diferenciar por carriles peatonales en función de la documentación de cada cual. Las personas, los vehículos y las motos, “de golpe”, colapsan la circulación y causan “daños, en especial a los niños”. Otros repartieron la culpabilidad sobre las restricciones con la Policía Nacional porque, lamentaron, al alcanzar su control en la zona española, “se nos obliga a volver por razones sin fundamento cuando ven que tenemos pasaporte marroquí”, explicó una mujer con cita en una clínica privada en Ceuta.
El amanecer de este jueves fue caótico en los polígonos del Tarajal. El desorden de los porteadores se extendió por los viales hasta unir el Tarajal II con el Biutz, el presente y el pasado del comercio transfronterizo. Muchos hablaron de la avalancha en la fila de hombres que sobre las 9.30 –otros estiman que antes– activó a la Unidad de Intervención Policial de la Policía Nacional (UIP), cuyos efectivos tuvieron que actuar para poner orden en el tumulto. La confusión inicial se consiguió reconducir a lo largo de la mañana.
Durante el resto del día fue la seguridad privada contratada por la Ciudad, los guardas de los polígonos, los colaboradores espontáneos y los plantos quienes, no sin sobresaltos, lograron contener a la multitud con una vallado móvil que se caía por la presión.
Los vigilantes y auxiliares volvieron a adelantar sus filtros hasta dentro de los polígonos ya que, de lo contrario, los porteadores se arremolinarían en el acceso de los gálibos y el caos sería aún mayor. Las amenazas que, hasta ahora, solo proferían contra los efectivos de la empresa de la seguridad, alcanzan ya a los colaboradores. A uno de ellos le desvalijaron el coche ayer mismo.
En total unas 6.000 personas, según integrantes del dispositivo, cruzaron ayer fardos de mercancías por el Tarajal II. Al parecer, centenares pernoctaron en los polígonos y los alrededores como hacen de costumbre para asegurarse ser los primeros en la fila.
Bultos, que en demasiadas ocasiones, siguen siendo similares a los que condenaron al puente del Biutz. Los comerciantes criticaron que la nueva infraestructura facilite de nuevo la salida de la mercancía de las consignas irregulares, mientras que sus productos vuelven a coger polvo almacenados.
Por otra parte, el Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento de Ceuta (SEIS) acudió ayer a los polígonos requerido por la Policía Local ante el riesgo de derrumbe de un muro en mal estado que se encuentra en la entrada a los conocidos como pisos de los maestros.