Los leones de la Regional

El ‘Yes, we can!’ que popularizó Barack Obama antes de convertirse en el primer presidente de color en Estados Unidos ha terminado por convertirse en una filosofía de vida. El Sí podemos a lo español es lo que debía pasársele por la cabeza a Abel Fernández, preparador físico del Murallas y trabajador del CETI a través de Cruz Roja. Dos actividades que, unidas, tenían que dar un único resultado: preparar deportivamente a los inmigrantes. Y así es como se ha gestado lo que hoy es ya una realidad: por vez primera en Ceuta un equipo de futbolistas del CETI podrá participar en la Regional Preferente.

Ganas no les faltan. En el campo del José Benoliel se les conoce porque nunca fallan a los entrenamientos, desde el número 1 hasta el 22 y la verdad es que, viéndoles jugar, nada tienen que envidiar a los futbolistas de las categorías profesionales. Cuando en breve dé comienzo la competición se verá lo que Fernández pretende, avanzar en la integración de los inmigrantes y del resto de la sociedad. En Melilla ya se ha conseguido, allí llevan la delantera en estos menesteres y desde hace unos años los inmigrantes del CETI se la juegan cada fin de semana en el campo. Antes se la jugaron para intentar alcanzar suelo español, burlando las fronteras físicas que se levantan en unas ciudades convertidas en gendarmes de Europa.
Cada subsahariano que forma parte de este equipo arrastra una historia particular con nexos comunes: llegaron a Ceuta por vía marítima, se entregaron al rescate de Cruz Roja y Guardia Civil y ahora forman parte de los cientos de subsaharianos que esperan en el centro del Jaral una salida a su situación. Mientras eso tarda en suceder, estos jóvenes, procedentes de distintos países del África subsahariana, buscan la manera de adaptarse al modo de vida de sus receptores. Y en esa adaptación juega también un papel destacado el deporte.
“Capté que les gustaba mucho el fútbol”, explica Fernández, “y empezamos, ya el año pasado, a pensar la manera en que este proyecto saliera adelante. Entonces no pudo ser, pero ya se avanzó haciendo los estatutos que se han cogido este año”, añade. Unos estatutos que se copiaron de los que ya se hicieron en Melilla.
Contando con el visto bueno de la Federación, el proyecto ha cobrado forma y cada viernes por la mañana los inmigrantes parten del CETI hacia el José Benoliel para disputar sus partidillos de entrenamiento.
Los 22 que forman el equipo salieron de una lista mayor de 70. En un CETI en el que la mayoría de los subsaharianos tiene gusto por el deporte y además acostumbran a practicar el fútbol, eran muchos los que se apuntaron en la lista que Abel Fernández colocó en el campamento. El entrenador tuvo que ‘echar el ojo’ y empezar a elegir, hasta reducir los seleccionados para la Regional a 22. Eso sí, mantiene listas de espera porque en esto de la inmigración nunca se sabe cuando uno del equipo va a encontrar su salida anhelada en los bajos de un camión o va a ser llamado para una marcha peninsular de las que se registran, prácticamente cada semana, en el campamento. De esto ya sabe algo Fernández, al toparse con bajas inesperadas y otras no tanto. Así que hay que amoldarse a una realidad futbolística bien distinta a la que puede estilarse en otros equipos de la competición.
El equipo del CETI tiene además límites que no son aplicables a otros equipos. Por ejemplo han firmado que nunca podrán subir aunque quedaran los primeros. Algo entendible, por lo que siempre se quedarían disputando partidos en la Regional. El objetivo lo recuerda Abel Fernández: “Estamos aquí para avanzar en la integración e intentaremos que puedan jugar con distintos equipos”. Esa es la idea, que la inmigración no sea entendida como algo que queda encerrado en un CETI, sino que la propia sociedad ceutí pueda enriquecerse de quienes son algo más que números, algo más que sin papeles que un día coparon el protagonismo mediático al ser objeto de uno de los tantos rescates que se llevan a cabo en las fronteras marítimas con Marruecos.
En estos menesteres Abel cuenta con el apoyo de Alberto González, otro trabajador del CETI destinado en los puestos de almacén, que ha colaborado desde el principio en este proyecto. Además participa Kaba, un ex inmigrante del CETI que ejerce de árbitro en los entrenamientos y que reside en Ceuta de manera legal después de haberse casado con una caballa. Cada uno desde su parcela lleva adelante un proyecto que los inmigrantes se toman muy en serio. Para ellos es un reto y para el resto de la sociedad una manera de aprender del que ha llegado hasta estas tierras.

“TODOS LOS DÍAS SE REÚNEN Y ENTRENAN EN EL CETI”
Los subsaharianos que participan en este proyecto deportivo se toman muy en serio eso de competir en la Regional. Al margen de los entrenamientos en el Benoliel, cada viernes, el resto de los días se mantienen y preparan físicamente en el campamento. Y lo hacen de motu propio, sin necesidad de que haya un entrenador que les vigile o que les diga qué tienen que hacer. “A las cinco y media de la tarde se reúnen todos los días y alguien que hace de capitán dirige la preparación. Se lo toman muy en serio”, indica Fernández. La mayoría de los subsaharianos que llega a Ceuta ha jugado en equipos de su país y generalmente se trata de jugadores muy buenos que han destacado en grupos deportivos de África. Cuando empiece la liga de Regional, se podrá comprobar el nivel que se consigue en el Jaral. Todo un reto.

El entrenamiento, que no falte
Los inmigrantes se lo toman muy en serio. Entrenan duro para formar parte de este equipo que por vez primera podrá competir en la Regional. Ya, de entrada, sin que la liga haya comenzado, son muchos los subsaharianos que acuden a ver los partidos. Y es que en el CETI sobra la afición y el gusto por el deporte rey.