Uno de los temas pendientes tras la vuelta de las vacaciones es la necesaria renovación de los miembros del Tribunal Constitucional, un asunto que no va a saldarse sin polémica debido a la irresponsabilidad del líder del Partido Popular Mariano Rajoy, que baraja seguir demorando dicha renovación por meros intereses partidistas.
Rajoy sigue sin comprender que uno de los fundamentos de la democracia es que todos estamos obligados a acatar y respetar las normas de las que nos hemos dotado, que hay unas reglas del juego, y que son iguales para todos. Intentar utilizar los mecanismos de nuestra democracia en beneficio propio demuestra una enorme falta de talante democrático que antes o después pasará factura al líder del PP.
Cualquier dirigente político con un mínimo de responsabilidad y de sentido común tiene que ser consciente de que no se puede mantener a una de las más altas instituciones del Estado en una permanente situación de provisionalidad. La renovación del Tribunal Constitucional no puede estar sometida a las expectativas de un determinado sector del PP y de la sociedad de conseguir parar la Ley de Salud Sexual y Reproductiva e Interrupción Voluntaria del Embarazo o cualquier otra norma.
Con su actitud, Rajoy sólo contribuye a desprestigiar y restar credibilidad a una de las más altas instituciones del Estado, y a demostrar, como ya ha ocurrido en otras ocasiones, que el PP no tiene límites si de conseguir sus propios objetivos se trata.
La Ley de Salud Sexual y Reproductiva e IVE saldrá adelante con independencia de la composición del Tribunal Constitucional, porque estoy convencido de su constitucionalidad, y porque hay que confiar en la responsabilidad de los actuales magistrados del Alto Tribunal con independencia de sus convicciones políticas, religiosas o morales. Así lo demostraron el pasado mes de julio cuando se pronunciaron en contra de la suspensión cautelar de la ley.
Por ello resulta más grave, aún si cabe, que el PP se empeñe en dañar la imagen del Tribunal y de los mecanismos de elección de sus magistrados porque considera que con sus actuales miembros existen más posibilidades de conseguir sus propios objetivos.