Colaboraciones

Los estudiantes de la Universidad de Granada en Ceuta merecen una explicación

El lunes, 19 de octubre, tomará posesión la nueva Decana de la Facultad de Ciencias de la Salud de Ceuta. En la corta historia de existencia de esta Facultad, desde que se integró la vieja Escuela Universitaria de Enfermería de la Cruz Roja en la Universidad de Granada, ha habido dos Decanos. El primero fue el profesor Rafael Guisado. Figuraba, pero no estaba. Impartía docencia y tenía despacho en Granada. El segundo fue el profesor Jesús Ramírez, que estuvo siempre, pero no figuró hasta que tomó posesión la actual Rectora de la Universidad de Granada. La tercera va a ser la profesora Milagrosa Olmedo, tras la jubilación de Jesús.
La Escuela Universitaria de Enfermería de la Cruz Roja de Ceuta se creó en el año 1978 y se adscribió a la Universidad de Granada por Convenio de Colaboración Académica de 1989. Más adelante, en 2008, siendo Rector de la Universidad de Granada Francisco Lodeiro, se firmó un nuevo acuerdo de colaboración con la Cruz Roja para la integración definitiva en la Universidad de Granada de las enseñanzas impartidas por dicha Escuela Universitaria en el año 2012.
Lo que se pretendía por todas las partes implicadas (Administración Central, Ciudad Autónoma de Ceuta, Universidad de Granada y Cruz Roja) era “potenciar y consolidar la oferta universitaria de Ceuta y, en particular, su adaptación a la nueva ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales, en el marco del proceso de convergencia europea”. Para ello la cláusula primera del Convenio de colaboración firmado establecía que el objeto y finalidad del mismo era “Colaborar financieramente en la adecuación de la Escuela de Enfermería de la Cruz Roja de Ceuta para su integración en la Universidad de Granada y su transformación en Escuela Universitaria, en el marco de la nueva ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales, dentro del proceso de adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior”. La plantilla de personal que se integraría en la Universidad de Granada de forma paulatina, estaba compuesta por 19 profesores a tiempo parcial, con contratos de 18 horas de dedicación docente, un profesor a tiempo completo y 9 empleados de administración y servicios.
Por tanto, la Facultad de Ciencias de las Salud de Ceuta es un centro universitario muy peculiar, alejado, de momento, de los estándares universitarios al uso. Su plantilla de profesorado sigue siendo, en su mayoría, de vinculación no permanente. Es por esto por lo que solo un par de profesores reúnen los requisitos para ser Decanos. Y, aunque ya hay en la plantilla profesorado joven con contratos a tiempo completo, aún no están acreditados para ocupar plazas de profesor permanente, que es el requisito para ser Decano, por ejemplo, o para participar en los concursos de selección de plazas. Quizás esta sea la causa de la especie de “motín” que protagonizaron algunos de los profesores, protestando por la última convocatoria de plazas de profesorado para esta Facultad, que incluía contratos en condiciones más dignas, con arreglo al acuerdo al que se había llegado tres años atrás con el Comité de Empresa y los sindicatos mayoritarios. Se oponían a que la universidad sacara a concurso plazas dignas de contratación, por el solo hecho de que algunos de los posibles candidatos no tenían aún la acreditación para concursar. ¡Tremendo!. Tuvo que ser la propia Rectora la que les afeara en público este comportamiento, recordándoles que una Administración Pública no podía estar supeditada a las conveniencias de unos pocos.
Otra deficiencia importante se deriva del hecho de haberse ubicado en el Campus Universitario, que en sus orígenes se diseñó para que lo ocupara la antigua Facultad de Educación, la UNED y el Instituto de Idiomas. Algo que iba a ser provisional, se está convirtiendo en permanente, como ya nos temíamos algunos. Lo lógico sería que se ubicaran cerca del Hospital Universitario. Este sería el lugar natural para impartir su docencia, como ocurre en la mayoría de Facultades de Ciencias de la Salud. En la situación actual, lo más perjudicial es la evidente falta de espacio, con clases masificadas y en las que, a veces, faltan asientos para tanto alumno. Téngase en cuenta, que en Enfermería hay 520 estudiantes, que comparten espacio con los 80 de Informática, 225 de Educación Primaria, 169 de Educación Infantil, 142 de Educación Social y 170 de ADE; además de con los alumnos de Másteres oficiales y Aula de Mayores.
Por último, al haberse terminado la financiación especial para su integración en 2012, y mantenerse el déficit financiero desde el Gobierno Central con la Universidad de Granada, al parecer no hay dinero suficiente para incrementar la cantidad de contratos del profesorado, que permitirían tener una plantilla suficiente para atender el enorme volumen de alumnos con los que se cuenta. Esta situación es muy grave, pues afecta directamente a la calidad de la enseñanza y a los derechos de los estudiantes. Veamos.
Como ya he explicado en alguna ocasión, la concepción moderna del sistema universitario se debe a Wilhelm von Humboldt. De ahí surge el concepto de universidad humboldtiana, apoyada en la dualidad docencia e investigación, al que se le añade actualmente la dimensión cultural, según el concepto expuesto por Ortega y Gasset en su ensayo “Misión de la Universidad”. Más adelante, en 1993 se desarrolló el concepto de “Universidad emprendedora”, por parte de Smilor, Dietrich y Gibson, que después se relacionó con la denominada Tercera Misión de la Universidad, referida al compromiso de transformación del conocimiento generado, para así resaltar las actividades de investigación, la transferencia del conocimiento y una orientación favorable al desarrollo económico regional. Todo lo anterior son los orígenes del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) surgido de Bolonia en 1999.
Según esto, el centro de atención de todo el proceso ha de ser el estudiante, lo que obliga al profesorado a planificar y desarrollar la enseñanza en un modo diferente. Ya no es suficiente facilitar al estudiante el material que ha de estudiar, sino que hay que indicarle cómo se debe abordar el proceso de aprendizaje para enfrentarse a la asignatura con garantías de éxito, lo cual tiene que cuidarse especialmente cuando se trata de planificar el trabajo autónomo del estudiante, pues ha de facilitar un mayor protagonismo del alumno en su propia formación (más allá del “cara a cara” en el aula) y una menor dependencia del profesor y de sus clases “magistrales”. Para llevar a cabo este tipo de enseñanza se necesitan grupos más reducidos, que permitan al profesorado poder realizar un seguimiento más pormenorizado de cada alumno. Esto es lo que se denomina Evaluación Continua, que la Universidad de Granada lo ha incorporado en su normativa.
Por estas razones, así como por puro sentido común, la masificación es contraria a la excelencia y a la calidad en la enseñanza. Por ello, el Plan de Ordenación Docente aprobado por la Universidad de Granada para el presente curso académico (en los cursos anteriores era igual), en su apartado 2.1 establece que el tamaño de grupo amplio que se contempla para las asignaturas básicas y obligatorias es de 65 estudiantes máximo, con divisiones a partir de 80. Si tenemos en cuenta que en la Facultad de Ciencias de la Salud de Ceuta tenemos 136 alumnos en primero, 119 en segundo, 137 en tercero y 128 en cuarto, se puede ver con total claridad la magnitud de la masificación y el grado de incumplimiento de la normativa de la que se ha dotado la Universidad de Granada, además de la vulneración de los más elementales derechos de los estudiantes y de las más básicos estándares de calidad en la enseñanza universitaria. Si pensamos que se trata de un grado con especial incidencia futura en el cuidado de la salud de la población, el asunto es aún más grave.
Lo anterior no es un asunto baladí. Téngase en cuenta que, el Plan de Ordenación Docente de la Universidad de Granada, como reza en su propia introducción, “…es el documento que define las normas y criterios por los que se debe regir la docencia de enseñanzas oficiales de las titulaciones de grado y de másteres universitarios. Dichas normas y criterios se articulan a partir de los principios generales y del conjunto de la legislación por la que, dentro del ámbito del principio de autonomía universitaria, la Universidad tiene que regirse…”. Es decir, es la propia Universidad de Granada la que incumple su normativa en este caso, con evidente perjuicio para los estudiantes.
Pero es que además, cada estudiante matriculado en Enfermería ha pagado una media de casi 800 euros por curso. Igual que se paga en Melilla o en Granada. Sin embargo, en dichos Campus, sí se cumple la normativa y existen desdoblamientos de grupos en los casos de haber más de 80 estudiantes matriculados. Si además de lo anterior contamos con el gasto extra que les supone a las familias de estos estudiantes el sólo hecho de desplazarse a Ceuta, en donde la insularidad genera unos costes superiores a los de otras ciudades peninsulares (sólo se puede salir en barco o en helicóptero), el perjuicio se hace más evidente.
Se nos dice que no hay financiación para hacer este desdoblamiento. Sin embargo, según consta en la prensa, el Consejero de Educación de la Ciudad Autónoma de Ceuta ofreció a la Universidad de Granada 400.000 euros para realizar el desdoblamiento de grupos, al menos en primero. Ya sé que lo hicieron para un año, sin decir nada para el siguiente. Pero no creo que ello deba ser obstáculo para firmar un acuerdo. En Melilla se aportan dos millones de euros desde la Ciudad Autónoma y se han financiado nuevas titulaciones y el desdoblamiento de grupos de Enfermería. Si esto se hace, difícilmente habrá marcha atrás. Piénsese que cada estudiante de enfermería que viene a Ceuta se gasta, aproximadamente, una media de 8.000 euros año, o más, según las estimaciones efectuadas por personal de la Facultad. Es decir, unos cuatro millones de euros en total. No creo yo que haya ninguna dificultad por parte de la Ciudad para recuperar en forma de impuestos locales parte de lo que van a aportar a la Universidad de Granada.
Y si lo anterior no funciona, hay otra alternativa, como es fijar un número máximo de alumnos a matricular. Por ejemplo, 80 por curso. Pero, claro, esta opción parece que no interesa. Primero por el dinero en matrículas que se dejaría de ingresar. Segundo por el dinero en financiación estatal y autonómica que se dejaría de percibir, pues este es el criterio fundamental que se usa para financiar a las universidades.
No alcanzo a entender cómo es posible que desde que se firmaron los convenios de colaboración, aún no se haya resuelto el problema. O los responsables de la vieja Escuela de Enfermería no pusieron el interés suficiente. O a los distintos equipos rectorales de la Universidad de Granada no les convenía. O ambas cosas a la vez. Tampoco entiendo que los estudiantes, a través de sus sindicatos o de sus representantes universitarios, aún no hayan decidido movilizarse contra la discriminación clara a la que se les está sometiendo. En mi caso, he venido reivindicando de forma sistemática el desdoblamiento de grupos de Enfermería en Ceuta en todas las reuniones de negociación en las que he participado. Siempre se me han dado largas.
El lunes será la toma de posesión de la nueva Decana. Lo único que le pedimos a la Rectora es que, aparte de los discursos protocolarios, dé una explicación convincente a los estudiantes de Enfermería de por qué se les trata de esta forma. También le pido a la nueva Decana que toma posesión, que nos explique si va a ser beligerante y va a reivindicar, donde proceda, este desdoblamiento de grupos, de la misma forma que lo ha hecho para defender a los profesores que peligraban sus puestos de trabajo por no estar aún acreditados.
En ambos casos creo que sería de justicia. Los estudiantes merecen una explicación convincente.

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