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“Los directivos de los clubes de fútbol siguen riendo las gracias de los ultras”

–¿Cómo se llama?
–Prefiero no decirlo. Digamos que David Madrid.
–¿Es ése su nombre real?
–No.
–¿Qué edad tiene?
–No puedo dar ese dato.
–¿De dónde es?
–Pon Madrid.
–¿Y por qué tanto misterio?
–Velo por mi seguridad.
David Madrid charla con un ritmo sosegado, mide con celo sus palabras y no pierde detalle de las notas que el periodista escribe en un  cuaderno. Motivos laborales, se excusa. Miembro de la Policía Nacional, este experto en movimientos radicales emergentes pasará los próximos días en Ceuta para impartir a 33 agentes un curso sobre tribus urbanas. Durante la conversación, controla los detalles. Su tranquilidad sólo la rompe el fotógrafo. “Nada de fotos, por favor”, pide Madrid. “Como mucho, sacad mis manos”.
–¿Qué es una tribu urbana?
–Pertenecer a una tribu urbana es hacer de ello una filosofía de vida. No por pertenecer a una de ellas uno es malo. Lo que se hace en ellas es socializar. ¿Qué buscan los chavales? Quieren descubrir un sentimiento de pertenencia del que carecen; sentirse importante dentro de un grupo (...). El problema es cuando la tribu urbana considera que la violencia es el camino.
–¿Y cuándo se da ese paso?
–Cuando un chaval de quince o veinte años empieza a identificarse con el grupo, va al fútbol y empieza a hacer lo que hacen sus amigos ultras, podemos decir que ha pasado la línea. Por ejemplo, cuando roba la bufanda de un aficionado rival.
–¿Son conscientes del paso dado?  
–No. Ellos creen que lo que hacen está bien, que es por el bien de la sociedad. Están felices, publican lo que han hecho, lo cuelgan en internet...
–¿Se cura esto con la edad?
–Antes pensábamos que sí. Creíamos que uno se sacaba novia y desaparecía de ese mundo. Ahora sabemos que no. Hemos detectado que los líderes de estos grupos violentos tienen entre 40 y 45 años, llevan más años en la calle y tienen más experiencia.  
–¿Es un problema educativo?
–No. Eso es un cliché. Están formados, tienen trabajos y se convierten en ultras de fines de semana.
–¿A qué grupos pertenecen?
–Nosotros diferenciamos entre tribus violentas y no violentas. En las violentas, nos encontramos con los movimientos ‘skinheads’ (cabezas rapadas), tanto nacionalsocialistas como antifascistas. También hablamos de los antisistemas, los anarquistas y los okupas. Todos ellos están dando bastantes problemas. No sólo en España. Además, desde el año 2000, hemos registrado que bandas latinas intentan en España expandir su dominio (...). Desde su llegada, son los que más asesinatos, homicidios e incidentes han cometido (...). Y, sin duda, nos preocupan los movimientos de la música electrónica, los denominados ‘bakalas’, que se pasan doce horas consumiendo estupefacientes mientras bailan y luego se suben a un coche. Tampoco podemos olvidarnos de los movimientos ultras del fútbol.
–Hable de ellos.
–No son sólo de extrema derecha  del Real Madrid. En el Celta de Vigo, están los ‘celtarras’, que forman parte de grupos independentistas .  
–Muchos directivos de clubes de fútbol les rieron las gracias durante años.
–Y aún lo hacen. Se les dan facilidades. Tienen un cuarto en el interior del estadio. Pasa en el Madrid, Celta de Vigo, Atlético, Málaga...
–¿Qué dicen desde los clubes?
–Que son una empresa privada, que dentro del estadio no pasa nada y que el problema está en la calle. Pero yo no quiero que sesenta tíos corran detrás de otro. Y eso pasa todos los fines de semana. Por ejemplo, en el último partido entre Osasuna Promesas (el filial del equipo navarro) y el Logroñés. Fueron desde Pamplona hasta La Rioja para atacarles con cócteles molotov. Eso hay que erradicarlo.
–¿Cuándo se dio cuenta la Policía de que tenía un problema con estos grupos violentos?
–Desde los años 80 nos hemos ido especializando poco a poco. También tras la muerte de Aitor Zabaleta, el aficionado de la Real Sociedad asesinado por radicales del Atlético. Le diré una cosa: el asesino salió hace tres años de la cárcel tras pasar ocho en prisión.¿Vale la vida de una persona sólo ocho años?
–En el año 2003, un libro, Diario de un skin, denunció la vinculación entre fútbol y violencia. ¿Está mejor la situación ahora?
–No. ¿Cuándo tendremos el próximo Aitor Zabaleta? Pensémoslo: ¿El otro día en Logroño? ¿O el otro con los hinchas serbios? Esto no es sólo un problema de España.  
–¿Y cómo se puede actuar frente a todos estos grupos violentos?
–Primero necesitamos formación. Luego, ya podremos apostar por la prevención. Necesitamos estar presentes en las calles y una legislación específica. ¿Llevar una esvástica por la  calle qué delito es? Ninguno. No podemos calificar de delito de lesiones una pelea entre neonazis y ‘sarperos’.  No. Esos se pegan por pensar diferente.

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