Son las 16 horas, esta ha sido nuestra última etapa, Hemos cubierto los últimos ciento veinte kilómetros y ha sido el recorrido más concurrido. Cientos de peregrinos de orígenes muy diferentes, llegamos al Monte do Gozo desde donde ya podemos ver las torres de la Catedral, final de nuestro viaje.
Esta tarde vamos a buscar nuestro alojamiento, darnos una reconfortante ducha y salir a pasear por las calles de Santiago a disfrutar de su magnífico ambiente y de su rica variedad gastronómica.
Pero nos queda por cumplir un importante requisito del CAMINO: asistir a la Misa del Peregrino en la Catedral de Santiago de Compostela a las 12 horas de la mañana.
Llegamos a la Catedral con tiempo suficiente ya que, últimamente debemos hallar la puerta habilitada para poder entrar debido a las obras de conservación de la fachada principal y a los más recientes obligados controles de seguridad (últimamente se prohíben las mochilas), que dificultan encontrar el acceso este año.
Deberemos acudir temprano para poder visitar el sepulcro del Apóstol, subir detrás del altar mayor y darle el abrazo preceptivo, Mi compromiso incluye también el confesarme con uno de los sacerdotes que atienden pacientemente a multitud de personas que deseamos recibir la Sagrada Eucaristía.
Antes del inicio de la Misa un sacerdote pide silencio y solicita que las personas que no desean participar en la Ceremonia porque su estancia sea exclusivamente por curiosidad o turística, dejen de pasear, de hacer fotos y que abandonen el recinto. La verdad es que pocos son los que salen, pero sí es cierto que poco a poco van terminando los paseos, bajan los murmullos y todos nos vamos acomodamos donde encontramos un hueco, bien en bancos los más madrugadores o como algunos que buscan asiento en las basas de las imponentes columnas, o se apoyan en las paredes mientras otros muchos permanecen de pie.
Ahora aparece una monja que con una delicada voz nos invitar a cantar en los momentos que así se requiriese durante la ceremonia. Para ello primero cantará ella sola, luego todos repetiremos el texto varias veces hasta que se haga de forma razonablemente correcta.
Luego y ordenadamente irán subiendo al Altar Mayor un cortejo de sacerdotes y monaguillos, cerrándose la comitiva con el sacerdote que presidirá la ceremonia, que en numerosas ocasiones es el Obispo de Santiago.
Después se nos informará que los sacerdotes que se encuentran concelebrando la Misa provienen de muchos lugares del mundo y que han llegado acompañando a los cientos de peregrinos que desde sus respectivos países han realizado el Camino.
A continuación se cuantificará el origen de todos aquellos que han pasado por la Casa del Peregrino para solicitar su COMPOSTELLA, una vez presentado la documentación que lo demuestre.
Y ahora empieza el momento más esperado de nuestro Camino, la Santa Misa durante toda la celebración la seguiré con devoción, respeto y agradecimiento por todas los dones que Dios me ha concedido, es un momento de oración, profundo recogimiento y recuerdo de nuestra familia, amigos….
Finalizando la Misa se produce una pequeña revolución, susurros, movimientos, flash, móviles, personas en pie…….. se va a llevar a cabo el casi preceptivo acto de cada Misa del Peregrino: la elevación y balanceo del Botafumeiro a lo largo del transepto, de parte a parte, dando la impresión de llegar a tocar la elevada bóveda. Todo este protocolo es realizado por unos señores vestidos de rojo que realizando unos pasos para tirar de unas gruesas cuerdas que tensan o destensan, consiguen este momento tan famoso y conocido por todos, que dura escasamente unos 5 minutos y finaliza con la misma perfección y seguridad con que se ha realizado, hasta que uno de los protagonistas lo frena y conduce a su lugar de descanso.
Según me explicaron, el botafumeiro es una tradición que data desde el inicio de los peregrinajes allá por el siglo XIII y su explicación aparte del misticismo de quemar el incienso, era purificar el aire de la Iglesia, que se enrarecía debido a la aglomeración de peregrinos que allí permanecían o pernoctaban en tanto mejorasen de alguna enfermedad o herida.
Y ahora si, hemos terminado nuestra etapa un año más y todos los compañeros, e incluso otros desconocidos nos abrazamos y felicitamos. A veces la emoción es tanta, que nos puede entrar alguna mota en los ojos…..
Federico