Iniciar un curso escolar sin todo a punto no se puede permitir. Tampoco poner como excusa los problemas burocráticos ya persistentes con las contrataciones. Esas causas no pueden repercutir ni en el bienestar del alumnado ni de los docentes.
Como pesadilla vuelve, con el inicio del curso escolar, la queja sobre la limpieza. Las fotos no engañan y las enviadas por algunos colegios presentan patios asilvestrados que ni siquiera han sido visitados. Que esto tenga que denunciarse el primer día de clase es una vergüenza. Que los niños se encuentren el patio como si fuera un lugar abandonado dice mucho de la dejación absoluta y la falta de control y respeto que se ha tenido principalmente hacia ellos.
No se puede tener en septiembre un debate sobre limpieza en los colegios. Son conceptos enfrentados entre sí. Es llegar a la meta sin haber sudado la carrera. Si existen problemas con las adjudicaciones, con los que estaban antes y con las nuevas ofertas, deben ser solventados mucho antes de que empiece el curso. Más allá de los problemas laborales que deben ser resueltos por los sindicatos existen problemas de salud e higiene que repercuten en los alumnos y que no deben consentirse.
Ya no es solo el exterior sino también el estado interno de los centros con una limpieza que ha dejado mucho que desear.
No se puede caer en este tipo de tropiezos, mucho menos cuando se trata de los alumnos a los que se les imparte educación en el escenario menos propenso, dado el estado, a conciliar con dicho término.
Entramos en un bucle peligroso que no hace sino significar la apatía con la que la administración parece atender asuntos de relevancia, asuntos tan importantes como tener unos centros educativos mínimamente dignos.