En este mundo de locos en que vivimos tenemos la mala costumbre de quejarnos por todo: por las facturas, las esperas, el poniente, el levante… ¿acaso no son, entre otros muchos, motivos suficientes para pasar el día de morros?
Sin embargo, cuando el viento sopla a nuestro favor olvidamos mostrar la otra cara de la moneda, obviando aquel “es de bien nacido ser agradecido” con el que crecimos…
Hace ya un par de meses di a luz en el Hospital Universitario de Ceuta. No voy a entrar en detalles de cómo se desarrolló el alumbramiento, no es ése el caso; pero sí quisiera resaltar los nervios, el cansancio, los dolores, la sensibilidad a flor de piel… Pues bien, desde que puse un pie en el centro hospitalario hasta que lo abandoné varios días más tarde, en todo momento me sentí arropada por el equipo de maternidad en su totalidad: matrones, ginecólogas, enfermeras, personal de limpieza…
A todos, sin excepción, quería brindaros mi más sincero agradecimiento por las ganas, la dedicación, el aliento, las explicaciones en el momento justo, las sonrisas…
Mil gracias a Milagros, Lidia, José Antonio y tantos otros rostros sin nombre cuyo recuerdo permanecerá siempre en mi corazón.
A todo el equipo de maternidad del Hospital Universitario de Ceuta, esto… ¿el libro de felicitaciones, por favor?