“Como lengua oral que es y muy diferente a la española”
Ceuta “es un perfecto laboratorio de análisis de una sociedad multicultural y multilingüe” pero su realidad social “obliga a investigadores y docentes a reconsiderar los métodos de trabajo” porque a partir de “interpretaciones reducidas del concepto de competencia comunicativa” las competencias sociolingüística y sociocultural “han quedado olvidadas en la práctica docente”.
Así lo cree la profesora del departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Facultad de Educación de la UGR en Ceuta María del Carmen Ayora, que en un artículo titulado ‘La competencia sociolingüística y los componentes culturales dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje del español en un contexto de submersión lingüística’ reflexionar sobre “la importancia que tiene el papel de la competencia sociolingüística y los componentes sociales y culturales durante el proceso básico de instrucción formal en un marco con dos lenguas y culturas muy diferentes en el que sólo el español es la lengua oficial”.
Competencias comunicativas
El trabajo, publicado en ‘Pragmalingüística’, la primera revista de pragmática de ámbito nacional, concluye que en Ceuta es necesario incidir en el desarrollo de la competencia sociolingüística y sociocultural “como parte esencial de la competencia comunicativa”.
“Hay que enseñar la cultura de una lengua de manera progresiva en todos los niveles, planificando los objetivos y los contenidos y aumentando el grado de dificultad en función del nivel de competencia lingüística”, remarca Ayora, que hace hincapié en que “existe una compleja relación sociolingüística entre el lenguaje de un niño y su éxito o fracaso escolar”.
Según Ayora, el panorama lingüístico ceutí “ha provocado que el profesorado se sienta impotente al estar concienciado de la problemática lingüística tan peculiar y compleja a la que se enfrenta: un grupo de población monolingüe (sólo hispanohablantes) y un porcentaje muy importante de alumnos musulmanes en la población escolar de la ciudad en los últimos años, que no domina el español puesto que tiene como lengua materna el ‘dariya”.
Diferencias entre idiomas
“Como lengua oral que es y muy diferente a la española”, ese alumnado presenta “bastantes dificultades” para el dominio del castellano y “un nivel bajo de competencia lingüística, lo que conlleva, entre otras cosas, un significativo índice de fracaso escolar”.
Ayora parte de que “está claro que desde el primer momento en el aula hemos de tomar en consideración que son muchos los factores que influyen en estos niños para que no adquieran el español de manera notablemente eficaz” y estima que “las dificultades de estos alumnos al ingresar en la escuela, no estriban sólo en una diferencia lingüística, sino también de cultura, de mentalidad, puesto que las costumbres y formas de pensar que el niño musulmán recibe de su familia contrastan con el ambiente del centro educativo; de ahí que en la mayoría de las ocasiones tienen conciencia de pertenecer a una minoría”.
Desajuste entre culturas y lenguas
“Es por ello”, hilvana, “que a esta diferencia cultural se añade una distancia social, circunstancia que repercute claramente en el rendimiento de los escolares: el desajuste cultural y lingüístico entre el entorno familiar y el centro educativo hace que se produzcan ciertos desequilibrios individuo-escuela”.
Además detecta otro “problema”, la “falta de empatía por una cultura tan distinta”, por lo que aboga por “mentalizar al grupo musulmán en particular para que al tener que aprender obligatoriamente el español como lengua oficial le permita conocer y valorar nuestras costumbres, tradiciones y valores y respetar otras visiones de la realidad diferentes a la suya, lejos de prejuicios o de infundadas ideas racistas”.
“En este tipo de contexto se demanda un nuevo reto en las tareas docentes del profesorado por la cantidad de circunstancias nuevas que conlleva, ya que requiere de cambios en las actitudes, conocimientos y destrezas del profesor”, considera Ayora, para “enseñar a completar el concepto de cultura de los alumnos” y para “explorar las dimensiones culturales del idioma y sensibilizar sobre sus exponentes verbales y no verbales” con el objetivo de que el alumnado “al mismo tiempo que participa, observe, analice e interprete y así comprenda las diferencias y combine el conocimiento cognitivo con la experiencia afectiva”.