La Unión Europea ha publicado hace unos días una encuesta sobre el desempleo en la que Ceuta vuelve a estar situada a la cabeza de los territorios con una mayor tasa de paro. En este triste record nos acompañan nuestra ciudad hermana de Melilla, las Islas Canarias y las posesiones francesas de Ultramar, entre otras. Como era de esperar, el gobierno de la Ciudad analizó esta cuestión y quiso llamar la atención sobre la coincidencia de que estos territorios son los que se encuentran más alejados del continente. Según el ejecutivo local la extrapeninsularidad de las zonas que presentan los niveles más elevados de desempleo supone un claro hándicap a la hora del desarrollo económico de estos territorios. Hasta aquí nada que objetar. El problema es que la lectura se detiene en este punto y de aquí pasa directamente a enlazarlo con el interés de los gobiernos de Ceuta y Melilla en que la Unión Europea contemple la posibilidad de otorgar a ambas ciudades un régimen asimilable a las regiones ultraperiféricas, con la idea de seguir recibiendo cuantiosas ayudas económicas.
En su interpretación de la encuesta elaborada por la Unión Europea sobre el desempleo, pensamos que la Ciudad ha realizado una lectura superficial, parcial e interesada. Decimos que superficial porque no se ha detenido en estudiar los distintos informes oficiales sobre el desempleo en Ceuta. Uno de los más completos y actualizado es el "Informe de Mercado de Trabajo 2010", redactado por el Observatorio de las Ocupaciones del Servicio Público de Empleo Estatal (SPEE). Entre los datos más relevantes que incluye este estudio se destacan las peculiaridades de nuestra estructura demográfica y sobre todo la baja cualificación profesional y el escaso nivel formativo de los demandantes (el 65,48 % no cuentan con la titulación mínima obligatoria). Nada de esto fue comentado por el portavoz del Gobierno.
En lo que sí se detuvo, en unas declaraciones posteriores sobre el paro, fue en indicar que al contrario de lo que ha sucedido a nivel nacional, en Ceuta, tanto el número de empresas como de trabajadores afiliados a la Seguridad Social se ha incrementado durante los últimos años. Respecto a este último punto se da un hecho paradójico: se ha incrementado el número de contrataciones (un 26,75 % en los últimos cinco años) y, no obstante, el número de trabajadores marca una tendencia negativa que se inició en 2009. A reglón seguido, el Observatorio de las Ocupaciones advierte una fuerte incidencia de los planes de empleo en la contratación provincial. Aquí se encuentra la respuesta a esta aparente vitalidad del mercado de trabajo: el factor plan de empleo. Una lectura que no han hecho nuestras autoridades, no sabemos si por desconocimiento o simplemente por interés político.
La falta de rigor en el análisis del desempleo en Ceuta, que no es exclusivo del gobierno, sino que también afecta a otros agentes sociales (sindicatos, representantes de los empresarios, partidos políticos, etc...), lleva a que se pase por alto la distorsión que introduce el plan de empleo en el mercado de trabajo. Una medida, en principio necesaria para combatir una situación de paro estructural, se ha ido degenerando con el paso del tiempo ante la ausencia de una constante evaluación de sus resultados. Cualquiera que haga un pequeño esfuerzo en estudiar los indicadores sobre el mercado laboral se da cuenta de que existe una correlación entre el incremento de los demandantes de empleo y la puesta en marcha de los planes de empleo. La expectativas de conseguir un contrato en el plan de empleo, dirigido principalmente a personas sin estudios, lleva a que se inscriban en las oficinas del SPEE personas con bajos niveles de empleabilidad. Un perfil de desempleado que no mantendría activa su demanda si no existiera el plan de empleo. Esto lleva a fenómenos preocupantes como el abandono temprano de los estudios ante la posibilidad de trabajar en el plan de empleo o al hecho de que accedan a esta iniciativa de inserción laboral personas mayores, sobre todo mujeres, que no están en condiciones físicas para realizar determinados tipos de trabajos. Lamentablemente, el plan de empleo más que beneficiar la inserción laboral de los ceutíes lo que está haciendo es enmascarar unas necesidades de índole social, a la vez que distorsiona la imagen real del mercado de trabajo de Ceuta. Nosotros estamos convencidos de que la desaparición de los planes de empleo supondría un descenso significativo en el número de demandantes de empleo, con la contrapartida de un previsible incremento de la conflictividad social. Digámoslo sin tapujos: una verdadera bomba de resultados imprevisibles. Si la paz social se mantiene, entre comillas, en Ceuta es gracias a los planes de empleo y otro tipo de subvenciones públicas, directas o indirectas. La contrapartida negativa es que se ha creado un perverso itinerario laboral, que comienza a edades cada día más tempranas, en el que se alternan contrato de seis meses con el cobro de subsidio de desempleo por el máximo que marca la ley (21 meses), tiempo que dista hasta la firma del siguiente contrato en el plan de empleo.
Una vez evidenciada la superficialidad con la que se ha interpretado la encuesta de la Unión Europea sobre el desempleo queremos detenernos en el carácter parcial de la lectura que ha hecho el gobierno ceutí.
Han partido de una característica común a los territorios que presentan los mayores niveles del desempleo, su extrapeninsularidad. Sin embargo, se han "olvidado" de un factor aún más determinante para entender los problemas de desempleo en estos espacios geográficos: la elevada densidad de población, el escaso tamaño de estos territorios y los importantes valores naturales que atesoran.
Tal olvido parte de la resistencia de nuestras autoridades de reconocer la superación de la capacidad de carga de nuestro territorio. Ceuta no puede sostener una población desproporcionada respecto a lo limitado de su extensión, problema agudizado por la imposibilidad de desplazamiento del excedente poblacional a localidades cercanas.
A modo de ejemplo, Cádiz tiene también graves problemas de espacio, pero cuenta a su alrededor con una serie de poblaciones cercanas que absorben el exceso poblacional de la capital gaditana, con las que además pueden compartir equipamientos e infraestructuras, algo inviable en Ceuta por ser frontera con un país extranjero poco dado a facilitarnos las cosas. No somos una isla geográfica, pero sí geopolítica, al igual que Melilla. Nuestro espacio es el que es, en él vivimos hoy día más de 80.000 personas y aquí tienen que localizarse todos los equipamientos de una ciudad de rango regional.
El resto de los territorios europeos con importante incidencia del desempleo, la mayor parte de ellos reconocidos como regiones ultraperiféricas (RUP), no son tan olvidadizos ni tienden a visiones tan parciales de los problemas que les afectan.
En esta columna de opinión ya hemos comentado las conclusiones del comité de expertos sobre población e inmigración que impulsó el gobierno de Canarias, en el que se dedica un capítulo a las dificultades de satisfacer la demanda de empleo de los residentes en el archipiélago canario debido, entre otros factores, a la alta densidad de población. En una línea similar, el ex Ministro español de Economía y Hacienda, El Sr. Pedro Solbes, hace apenas un mes ha elevado un informe a la Comisión Europea sobre las regiones ultraperiféricas, en el que advierte que dada la evolución demográfica en las RUP va a ser inevitable "una movilidad para el empleo". Para el Sr. Solbes, los crecimientos migratorios en estos territorios "conducen no sólo a un nivel de formación inferior a las medias nacionales y europeas, sino también a un gran desequilibrio entre las infraestructuras (agua, saneamiento, energía, etc...) y las necesidades de una población en fuerte crecimiento". En resumidas cuentas, lo que viene a decir el Sr. Solbes tras el eufemismo "movilidad para el empleo" es que la única solución al paro en territorios tan exiguos en extensión es la movilidad de los desempleados hacia otras localidades que ofrezcan mayores oportunidades laborales.
Desde nuestro punto de vista, es un grave error ignorar la vertiente poblacional en la explicación de los problemas socioeconómicos y medioambientales que padece nuestra ciudad. El salto que se da del simple enunciado de los datos de desempleo a la solicitud a la Unión Europea de más recursos financieros para mantener una situación claramente insostenible tan sólo busca el mantenimiento de una inmensa megamáquina burocrática que no conoce el sentido de los conceptos orgánicos de límite y equilibrio. Esta megamáquina infernal amenaza con esquilmar hasta el último metro cuadro del territorio, mientras que las condiciones de vida de la población seguirán deteriorándose hasta hacer la vida en Ceuta insoportable para la mayoría de la población. No se trata de un problema nuevo y ni exclusivo de nuestra ciudad.
Ya en 1956, Lewis Mumford comentó que el problema de establecer un nivel óptimo de población en cualquier región particular plantearía a los gobiernos uno de los problemas más enfadosos y difíciles de solucionar mediante la aplicación de criterios racionales. Para Mumford, esta cuestión de los desequilibrios entre territorio y población al ser difícil de "solucionarse del todo por medio de la inteligencia consciente tiene que solucionarse creando una conciencia colectiva en lo que concierne el entorno, como obra de arte cuyos trazos formales han de ser respetados".