No todo se enseña en las aulas del colegio. Existen otras formas de aprender fuera de los centros educativos, pero de la mano de los maestros. Un ejemplo de ello han sido los alumnos de quinto curso del CEIP Lope de Vega de Ceuta.
Este miércoles ellos han conocido de cerca la importancia de la bondad sobre las tablas del teatro Revellín. Disfrazados y con un acento preguntón, se han dejado ver sobre el escenario sin nervio alguno.
Llenos de desparpajo y sin tropiezos, han seguido al pie de la letra el guion de su pequeña obra. Los escolares se han convertido en actores por un día y han exhibido sus dotes de interpretación ante sus familiares.
Arropados por sus familias
Sus seres queridos no han querido perderse la función. Momentos antes del encendido de focos, han ocupado sus asientos expectantes ante el telón. Tras la presentación, un ‘azucarillo’ ha dado la bienvenida al público a la fábrica del caramelo.
La primera protagonista ha invitado a los asistentes a unirse a esta aventura “dulce” en la que se haría un viaje donde poco a poco irían desvelado cuáles son los grandes valores en la vida: el amor y la benevolencia.
Un grupo de estudiantes han vestido simpáticos gorros con trajes de falda blancos. Los demás han representado a personas de distinta edad con soltura. Varios padres con sus hijos de han entrevisto entre sus prendas.
‘Charly y la fábrica de chocolate’
La narrativa se enmarca en un pueblo en el que existe una factoría de golosinas. Un buen día, el dueño ofreció a los niños una visita. Pudieron tener este regalo los que encontraron un boleto en los productos dispensados por la empresa.
La muestra teatral, con toda claridad inspirada en ‘Charly y la fábrica de chocolate’, ha guiado al espectador por un cuento con un trasfondo mayor. El juego y la inocencia solo han sido un reflejo de la moraleja que ha escondido.
La avaricia, la gula o la vanidad se han saldado con una mala experiencia para muchos de los ganadores del sorteo, que, conforme, han recorrido el lugar, han recibido algún que otro castigo por su comportamiento.
Canciones
Los alumnos del Lope de Vega se han servido de toda clase de herramientas para dar rienda suelta a su talento. Vídeos y canciones se han intercalado en el transcurso de la historia.
Cada uno de los visitantes han tenido su propio momento para destacar. Los personajes han encarnado en su piel a los distintos excesos y defectos del ser humano, una muestra que ha estado acompañada de letras musicales que hablan sobre ellos.
Martín tiene una adicción a los videojuegos que lo lleva a estar “fuera de la vida real”. Rosa está tan enfocada en mirarse al espejo que se ha quedado totalmente petrificada como si se tratara de una muñeca.
Vanidad y avaricia
“Una chica debe ser perfecta” o “todo es cuestión de imagen” han sido algunas de sus obstinadas palabras a pesar de las recomendaciones de los ‘azucarillos’, que han hecho una referencia evidente a los oompa loompas.
Tomás solo cree que lo relevante en la vida es el dinero y piensa que todo lo puede comprar. Otra niña ha empezado a comer todo lo que ha visto a su paso, tanto que ha quedado hinchada como un globo.
Se ha reflejado también en el guion como los propios padres de los chicos han propiciado este tipo de pensamientos insanos. Solo Tina se ha mantenido al margen y con ideas razonables a lo largo de la obra.
Un gran premio
Todos los presentes han sufrido algún tipo de castigo propio de una película de ficción por no hacer caso a las advertencias. Tina se ha mantenido perenne y eso le ha valido salir de la fábrica indemne.
Sin embargo, ha habido una sorpresa más para esta valiente “de corazón dulce”. Ha superado una prueba sin si quiera saberlo. Ha sido elegida por el dueño de la fábrica como la nueva propietaria.
Tras una ovación al cerrar la función, la consejera de Cultura, Pilar Orozco, ha subido al escenario para entregar un diploma a estos pequeños actores no sin la compañía de sus maestros.