En lo que llevamos de año (no se han cumplido siquiera los tres meses y todavía no se ha pasado por periodos vacacionales en los que los delitos hasta se triplican, como es el caso de la Semana Santa) tanto Guardia Civil como Policía Nacional han practicado más de 1.600 detenciones. El Instituto Armado ha realizado hasta ayer mismo 374 arrestos, mientras que la Policía Nacional supera en poco los 1.300. El volumen de detenciones supera a las fuerzas de seguridad que tienen los mismos medios -y en algunos casos hasta menos- con los que hacían frente a un menor nivel delictivo. Los sindicatos protestan, pero la tozuda realidad no hace variar la tendencia ya instaurada que apunta a que los siguientes meses serán peores.
En las últimas semanas están superando la barrera de la privacidad los malestares judiciales que se asientan ya en las plantillas de algunos juzgados como ha sido el caso del 2 o del 4. Reclaman, los primeros, más funcionarios para cubrir unas guardias infernales que han llegado a superar los 140 detenidos. Lo que llega a los juzgados no es más que el resultado de esa actividad policial que se asemeja a unos tiempos en los que varios factores se han dado la mano.
La crisis se lleva una parte de esa culpa, pero también influye la consideración de nuevos delitos -como es la falsificación de documentos- o las expulsiones al vecino país por el paso del Tarajal que tiene su particular efecto boomerang ya que se filtra mayor cantidad de delincuentes expulsados de la península que pretenden delinquir en la ciudad autónoma.
Así se ha llegado a una situación puramente estadística que tiene su traducción en los efectos negativos que ya se están sucediendo en los juzgados. Pero hay más instancias que soportan esa presión, por ejemplo la cárcel, lo que obliga a tener que realizar mayor número de conducciones.
La presión de los culeros en alza
De entre la ristra de detenidos destaca la presión, en alza, que protagonizan los culeros. Hay jornadas en las que se ha producido la detención de hasta 25 individuos portando sustancias narcóticos en el interior de sus organismos. ¿Pero cuántos más podrían haberse detenido? Esa cifra podría haberse hasta triplicado de existir la cantidad de medios humanos y materiales suficientes como para cortar la vía de salida de estupefacientes que está operativa con total descaro desde hace unos meses.