A veces, cuales aprendices de Brujo, jugamos con fuego con la intención de dominar, con muy malas artes por cierto, al Dios de las llamas… y siempre con funestas consecuencias, a la Historia hay que remitirse. Las desafortunadas afirmaciones de la ya exconsejera de Asuntos Sociales en torno a una población musulmana que prentendería, en claro, vivir de la sopa boba, han tsunamizado, como no podía ser de otra forma, el endogámico mundillo político.
Nunca una decena de palabras provocaron tanto. En un instante, lo blanco se hizo negro, y quien, hasta hace tan sólo varias horas, era el gurú de los Servicios Sociales, es tan sólo ya, para extraños y sobre todo para propios, una mera e inservible anécdota política. Así se las gasta el personal….todo el personal.
Desafortunadas declaraciones? No, lo siguiente. La salida era pues obvia: dimisión por dignidad política pero, sobre todo, por coherencia personal.
Pero si la situación es del todo inexplicable en la talla de alguien como Carolina Pérez (se esté de acuerdo, o no, con ella en lo político, sus palabras no se corresponden, para nada, con su trayectoria y actitud personal), las intervenciones que se han producido pidiendo responsabilidades no le han andado a la zaga, ni mucho menos. A pocas semanas de las elecciones, todos han saltado como un resorte sacando a relucir el espantapájaro de las dos españas, versión Ceuta, claro… y es que un voto es un voto y ya sabemos, lo tenemos incluso asumido, que en la tarea del convencimiento electoral, el todo vale es ya maldita tradición. Jugando, sin ningún tipo de medida ni control, con el fuego del odio, no se ha dudado en tirar de los rancios tópicos para sacar rédito electoral de una situación, por otra parte del todo reprobable…. Pero, insisto, un voto es un voto, verdad? Y, lo cierto es que el método para conseguirlo no importa en lo más mínimo, algo válido para todos, conste.
La clase política, cortoplacista por antonomasia y generalmente miope con respecto a todo lo que huela a proyección de largo recorrido, suele disparar, en estos casos, con munición de postas a todo lo que se menea, sin ni siquiera inmutarse.
No se ha dudado en tirar de victimización, no se ha reparado en agitar un supuesto antagonismo cultural y no han temblado los pulsos a la hora de colocarse un supuesto peto de defensor de todos los pueblos oprimidos del mundo mundial ahondando, aún más, en el puto cliché color sepia. Cuestión de posición topográfica en la barricada de turno, supongo.
Carolina Pérez ha mantenido unos propósitos incoherentes para una consejera de Asuntos Sociales; debía ser cesada…y se fue. Punto y final.
Los que, para pedir ese cese, no han dudado en sacarle brillo al tema de las dos Españas, o de las dos Ceutas que para el caso es lo mismo, deberían tener más anchas las miras, aunque visto lo visto, tenemos Machado para rato…. Lamentablemente, ni aprendemos ni tomamos nota. Una pena.