No hay mayor consuelo para una madre que conocer el paradero de un hijo tras cruzar la trágica ruta de los espigones hacia Ceuta. Y aunque la confirmación de una muerte suponga el mayor dolor también ayuda a cerrar ese ciclo del duelo, a poner un punto y final a la incertidumbre de no saber qué pasó con el vástago desaparecido.
De esto sabe y mucho la Guardia Civil. Sobre todo el Laboratorio de Criminalística de la Policía Judicial cuya laboriosa función se centra en intentar confirmar la identidad de quienes terminan muriendo en nuestras costas. Este 2023 se han superado las 15 muertes y en algunos de los casos se ha podido certificar oficialmente quiénes eran facilitando así procesos de repatriación de los cadáveres a sus países de origen.
Ildefonso Guerrero, componente del Laboratorio de Criminalística de la Policía Judicial, guarda en su memoria todas estas tragedias. En los archivos de la Guardia Civil, en el sótano de la Comandancia, se almacena cada uno de estos casos con sus reseñas, imágenes y detalles que evidencian cuál es la dimensión de la tragedia en la frontera sur.
El protocolo que se sigue desde el aviso de la aparición de un cuerpo sin vida siempre es el mismo. Una suerte de pautas cumplidas al milímetro.
“En el momento en que nos llaman nos ponemos en contacto con el médico forense que esté de guardia y acudimos al lugar en el que se encuentra el cuerpo, bien in situ si es la orilla de la playa o cuando lo recogen en el agua y lo trasladan a las dependencias del Servicio Marítimo. El médico forense hace una pequeña exploración del cuerpo y de ahí lo que hacemos es obtener primariamente unos datos físicos, si lleva unas pertenencias o no visibles. Con eso el médico forense descarta que pudiera ser un fallecimiento accidental, voluntario, homicidio… Una vez termina ese levantamiento del cadáver, ese cuerpo lo trasladan al anatómico forense”, explica Guerrero a FaroTV.
La autopsia es la clave para obtener datos relevantes en la investigación después de analizarse todo el cuerpo, verificando si portaba algún tipo de pertenencia que guardara entre las prendas o presenta rasgos significativos como cicatrices o tatuajes. El estado en el que se encuentre el cadáver es importante aunque siempre se actúa siguiendo un mismo patrón.
“Independientemente de cómo se encuentre el cuerpo se va a recoger lo que son las huellas y el ADN”, apunta. Se inicia así una particular cuenta hacia atrás verificando por ejemplo si esas huellas son de alguien que ya estuvo en España o si fue reseñado por cualquier razón. El perfil genético obtenido va a una base de datos de personas desaparecidas para intentar dar con coincidencias.
En la oficina de Ceuta se trabaja con los datos obtenidos enviando huellas a la central de Madrid así como muestras de ADN. Paralelamente se trabaja en la Comandancia recopilando datos que puedan servir para dar con la identidad, para hacer aflorar esa historia vital perdida en la ruta.
“Nosotros con el cuerpo delante, si no está en un proceso de descomposición que claramente se puede ver, independientemente tenga foto o no, a través del servicio de Interpol o a través de organizaciones no gubernamentales se difunde para ver si se puede localizar a algún familiar que lo pueda reconocer a simple vista. Todo esto siempre que el cuerpo presente un aspecto bueno, de poca descomposición. A esas familias se les solicita todo tipo de documentación relacionada con el cadáver, una muestra de ADN sobre todo si es posible de la madre. Si el cuerpo no lo tenemos en buen estado, porque está en descomposición, esa información que se le pide a las familias suma pero su identificación nunca va a ser posible”, matiza.
Ildefonso Guerrero, guardia civil: "Hace unos días se pudo identificar un cadáver de 2014 tras avisar Interpol"
Con las huellas y perfiles genéticos se puede deducir el país del que procede esa persona, siendo mayoritarios los casos de magrebíes. El papel de Interpol a la hora de la difusión masiva de datos de fallecidos en países es importante. Esa labor demora los tiempos pero es efectiva. De hecho muchas de las solicitudes que se han hecho han dado resultado o positivo o negativo, pero al menos un resultado.
Para la Guardia Civil resulta importante que las familias que echan en falta a un ser querido y que son conscientes de su cruce migratorio lleven a cabo una serie de gestiones.
“Lo principal es interponer la denuncia de la desaparición porque gracias a esa denuncia se obtienen datos de esa persona antes de que pudiera morir. Los datos en vida lo que nos va ayudar es a poder comparar y contrastar esa información y ver si es o no es, o incluso si hay probabilidad. Lo principal es la denuncia, se le va a solicitar fotografías, descripción de la persona… y preferiblemente si es la madre la que interpone la denuncia el perfil genético. Se le tomaría una muestra de ADN e iría a la base de datos donde están todos los cadáveres sin identificar para, si hubiese una coincidencia, pues poder dar con esa identificación”, explica.
Las identificaciones no siempre se producen lo rápido que se quisiera. Pero lo que nunca se hace es olvidar esos cuerpos, esas historias. En ocasiones se ha tardado años pero se ha logrado poner nombre y apellidos a quien fue enterrado sin identificar.
“Casualmente este mes, hará unos días, recibimos la contestación de Interpol respecto de un cadáver que teníamos sin identificar de 2014. Ha dado positivo, han transcurrido 9 años pero se ha conseguido su identificación. No es lo normal, lo normal es que pase un mes... la media es dos meses”.
Resulta más complicada la identificación de personas del África Subsahariana.
“Cuando son inmigrantes que vienen del África Subsahariana, el gran porcentaje acaba sin identificar porque son países muy lejanos, las familias no tienen contacto con las autoridades españolas como puede ser en el caso de Marruecos o Argelia” en donde es más fácil además que esas familias dispongan de contactos en Ceuta o en el resto de España.
En el caso de los dos últimos fallecidos se ha conseguido aproximar, estrechar el cerco a la hora de concretar qué personas eran aunque falta la identificación oficial. Sus ropas, elementos que portaban o una ortodoncia han sido claves a la hora de centralizar más esa búsqueda.
“En el penúltimo caso se ha obtenido documentación, información de la posibilidad de que el cadáver fuera una persona concreta. Ese cadáver coincidía en la vestimenta, era idéntico a unas fotografías en vida, pero el estado del cuerpo, de cómo se encontraba en descomposición, hace que nos sea imposible identificarlo. Podemos decir que pudiera tratarse, pero no podemos afirmar que sea esa persona. Entonces hemos seguido el mismo protocolo: las huellas enviadas a Madrid para que sean tratadas por Interpol, el ADN a la base de datos... y la espera de que contesten. Gracias a esa posible identificación podemos decir a Marruecos que busquen en sus base de datos sobre una posible persona en concreta y así agilizar los trámites, pero no está exento de los plazos de tiempo que se pueda demorar. Respecto del último cuerpo” que presentaba determinadas características además una ortodoncia, “nos encontramos en las mismas. El protocolo es el mismo y estamos a la espera de esa posible identificación”, detalla.
Las familias de estos dos fallecidos están informadas de su pérdida. Se llamaban Bilal y Yassin, identificados oficiosamente pero no para la Benemérita que no puede sostener su trabajo en indicios sino en hechos objetivos.
La muerte de cuatro jóvenes arrojados al mar por los pilotos de una embarcación a la altura del Sarchal ha sido sin duda uno de los casos más graves con los que se ha tenido que enfrentar este año la Guardia Civil y en especial este departamento.
“Ya no es esa persona que se va a nado y asume ese riesgo. En este caso se supone que iban en una embarcación y que los iban a dejar en la misma orilla. En ningún momento se iban a plantear esa dificultad de nadar o esa posibilidad de poder fallecer en el agua. Ellos pensarían que los iban a dejar en la misma orilla pero no fue el caso. Fueron arrojados y ahí es donde fallecieron, entonces como que duele un poquito más ver cómo han jugado con esas vidas. Sí que se consiguió la identificación total por huella, se consiguió por ADN… En esos casos hubo una madre que pudo conseguir llegar a Ceuta para poder sacar el perfil genético y dar un positivo… Fue bastante exitosa la identificación”.
Los integrantes del Laboratorio de Criminalística están hechos de una pasta especial. Ante ellos se presentan los casos de fallecidos a los que hay que intentar identificar, son conscientes del drama que anida en seres queridos que quizá ni siquiera sepan del dramático final pero tienen que seguir adelante.
“Afecta sobre todo porque empatizas, te solidarizas con las familias porque sabes que detrás de ese cadáver hay quien lo está buscando y quizás no sabe ni siquiera si está fallecido. Tratamos a todos por igual, pero sobre todo cuando es un cuerpo que se puede identificar visualmente porque no está en mal estado de conservación, no es que te esfuerce más, pero como que pones un poco más de empeño porque sabemos que la identificación puede llegar antes, porque vamos a poder contactar antes con las familias y nos van a ofrecer una información valiosa para poder dar una identificación válida”.
“Afecta en ese sentido, por esas familias vamos contrarreloj porque si nos demoramos mucho en la identificación ese cuerpo no podría ser repatriado. Ese esfuerzo no quita que tenemos que hacer una identificación totalmente plena, fehaciente y válida. No podemos identificarlo con esas prisas y cometer un error”.
Gracias a estos agentes muchas familias han podido cerrar ese ciclo del duelo y poder confirmar el destino de sus hijos, aquellos que un día les dieron un adiós que se convirtió en eterno.
Cuando los agentes de Policía Judicial reciben el aviso de una persona fallecida acuden al lugar para recopilar los datos primeros sobre el caso, datos que se verán ampliados tras la autopsia del cadáver. Las familias a las que les conste un desaparecido tienen que denunciar y dar, sobre todo la madre, una muestra de ADN.
Para los agentes de Criminalística resulta importante conseguir la identificación de los cuerpos sin vida llegados a las costas de Ceuta. Es un trabajo al detalle que, de resultar positivo, puede ayudar a que la familia consiga la repatriación del cadáver para que sea enterrado en su país de origen. No siempre se logra, pero hay casos en los que se puede atender esa petición familiar en la que además siempre está implicada la funeraria Al Qadr. Se ha dado casos de identificación años después de haberse localizado el cuerpo. Al menos se logra saber quién era.
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