Categorías: Opinión

La vida

El cuatro de septiembre del año pasado, en esta misma sección, publiqué un artículo titulado “El final del verano”. En él hacía unas reflexiones sobre las actividades que hacemos durante la época estival y, entre otras cosas, hablaba de los tres mejores momentos que había vivido en el verano que acababa de terminar.
El primero sucedió una noche del pasado mes de julio, cuando siendo más de las doce de la noche y acosado por el calor y la incertidumbre, decidí ir caminando hasta la Playa del Chorrillo y pasar allí un buen rato sentado en la arena, a escasos metros de la orilla. De forma súbita a incontenible vinieron a mi mente innumerables recuerdos de la infancia y la adolescencia que viví en esa playa. Para culminar y hacer casi irrepetible la situación, de manera casual recordé que en el teléfono móvil (esos artilugios de los que a veces pienso que se rigen por designios de la brujería) tenía grabadas varias canciones. Entre ellas estaba “El horizonte” de Serrat. Volver a escucharla después de tantos años, allí sentado en la madrugada a la orilla del mar, frente al horizonte que se perfilaba en la lejanía de la noche, fue un momento único e irrepetible. Tratar de comprender esa metáfora según la cual la vida es como un viaje hacia el horizonte, donde quieres conseguir algo que por mucho que te esfuerces nunca consigues alcanzar. Fue uno de los mejores momentos de este último verano.
El segundo gran momento sería cualquiera de los muchos que viví con mi amigo Juan Antonio desarrollando una actividad absolutamente nueva para mí: hacer Cristos de arena por las playas de la costa de Cádiz. No voy a repetir aquí la motivación ni la finalidad por la que nos dedicamos a esa actividad, pues ya publiqué aquí mismo un reportaje el pasado 31 de julio donde lo explicaba con detalle. A él les remito si quieren conocerlos.
Y el tercer gran momento ocurrió de forma inesperada, como ocurren la mayoría de las cosas que más nos hacen disfrutar en la vida. Una tarde entré en una vieja papelería de una localidad cuyo nombre me voy a reservar. Quería hacer una fotocopia.
Mientras esperaba que llegara mi turno, en una pared desconchada descubrí una hoja amarillenta clavada con una chincheta. En ella había un texto que se titulaba “La vida”. Después de una primera y rápida lectura, no pude resistir la tentación de pedirle al dueño de la papelería que por un momento la descolgara del lugar donde estaba clavada y me hiciera una fotocopia de ella. Pensé que era mucho lo que encerraban las letras escritas sobre esa vieja hoja amarillenta y no podía permitirme el lujo de dejarla allí perdida sin hacerme con ella. Leyéndola varias veces y reflexionando acerca de su contenido, también viví algunos de los mejores momentos del último verano.
El texto que encontré una calurosa tarde de verano, en una amarillenta hoja clavada sobre la desconchada pared de una vieja papelería decía lo siguiente:
“La vida es una oportunidad, aprovéchala.
La vida es belleza, admírala.
La vida es sueño, hazlo realidad.
La vida es un reto, afróntalo.
La vida es un deber, cúmplelo.
La vida es un juego, juégalo.
La vida es preciosa, cuídala.
La vida es riqueza, consérvala.
La vida es amor, gózalo.
La vida es un misterio, desvélalo.
La vida es tristeza, supérala.
La vida es un himno, cántalo.
La vida es un combate, lúchalo.
La vida es una tragedia,
domínala.
La vida es una aventura,
arriésgate.
La vida es felicidad, merécela.
La vida es la vida, defiéndela”.

Es curioso… la vida. Tan simple y tan complicada al mismo tiempo. ¿Cómo podríamos definirla?.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española nos da hasta veinte acepciones diferentes:
1.-  Fuerza o actividad interna sustancial, mediante la que obra el ser que la posee. 2. f. Estado de actividad de los seres orgánicos. 3. f. Unión del alma y del cuerpo. 4. f. Espacio de tiempo que transcurre desde el nacimiento de un animal o un vegetal hasta su muerte. 5. f. Duración de las cosas. 6. f. Modo de vivir en lo tocante a la fortuna o desgracia de una persona, o a las comodidades o incomodidades con que vive. 7. f. Modo de vivir en orden a la profesión, empleo, oficio u ocupación. 8. f. Alimento necesario para vivir o mantener la existencia. 9. f. Conducta o método de vivir con relación a las acciones de los seres racionales. 10. f. Ser humano. 11. f. Relación o historia de las acciones notables ejecutadas por una persona durante su vida. 12. f. Estado del alma después de la muerte. 13. f.  "http://buscon.rae.es/draeI/SrvltObtenerHtml?origen=RAE&LEMA=prostitución&SUPIND=0&CAREXT=10000&NEDIC=No" \l "0_2" prostitución (? actividad de quien mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero). Echarse a la vida Ser de la vida 14. f. Cosa que origina suma complacencia. 15. f. Cosa que contribuye o sirve al ser o conservación de otra. 16. f. Estado de la gracia y proporción para el mérito de las buenas obras. 17. f. Vista y posesión de Dios en el cielo. Mejor vida Vida eterna 18. f. Expresión, viveza, especialmente hablando de los ojos. 19. f. Animación, vitalidad de una cosa o de una persona. Esta ciudad tiene poca vida nocturna Es un cuadro con mucha vida 20. f.  "http://buscon.rae.es/draeI/SrvltObtenerHtml?origen=RAE&LEMA=aleluya&SUPIND=0&CAREXT=10000&NEDIC=No" \l "0_10" aleluya (? pliego con una serie de estampitas).
Pero no es necesario recurrir a tantas definiciones. Como dijo John Lennon “la vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes”. A lo largo de nuestra vida decimos tantas veces: “Si hubiera hecho esto y no aquello… si hubiera ido aquí y no allí… si hubiera sabido antes que… si pudiera dar marcha atrás y rectificar…”.
Pero no, no se trata de eso. Mientras no nos demos cuenta de que somos los responsables íntegros de nuestra vida, mientras no nos demos cuenta de que de nada sirve echar a otro la culpa de lo malo que nos sucede, mientras dediquemos una buena parte de nuestro tiempo a mirar hacia atrás y lamentarnos de lo que no salió bien… estaremos perdiendo un tiempo precioso y no disfrutaremos lo mucho que la vida nos ofrece.
Podría decir también que la vida es una carrera de obstáculos que nunca termina, pues apenas hemos resuelto un problema cuando se nos presenta otro. Y así sucesivamente. Pero es una deliciosa carrera de obstáculos que merece ser disputada, pues está impregnada de unas minúsculas gotitas llamadas felicidad.
Gotitas que, en realidad, son pequeños trocitos de tiempo que inútilmente tratamos de retener, pero que irremediablemente se nos escapan de entre las manos y que de esta forma, sabiamente, hacen que volvamos a disfrutar, con más intensidad si cabe, de los próximos momentos de felicidad que lleguen en el futuro.
Tiene que ser así. Para que de verdad apreciemos la felicidad hemos de probar también el amargo sabor de la tristeza, de la soledad y de tantos otros sentimientos y situaciones adversas que se nos presentan a lo largo de nuestra vida. Si todo fuera bueno siempre, no llegaríamos a apreciar el verdadero valor de lo que tenemos en los buenos momentos.
Pero por desgracia los humanos somos bastante puñeteros y casi nunca estamos contentos con lo que tenemos. Sólo cuando lo perdemos apreciamos el valor que tenía y lo que significaba para nosotros.
Hay también una deliciosa canción de Silvio Rodríguez titulada precisamente “La vida”. Búsquenla y óiganla porque merece la pena. En sus estrofas, entre otras cosas, dice:
“La vida me ha hecho saber.
La vida me ha hecho soñar.
La vida me ha hecho canción”.
Comprender el verdadero sentido de la vida es síntoma de que ya se posee la sabiduría o  de que se está en el camino de alcanzarla. Comprender que cuando dejemos esta vida no nos llevaremos con nosotros todas las cosas materiales por las que con tanto ahínco hemos luchado y que en, en su lugar, sólo quedará de nosotros el recuerdo que hayamos dejado, nos da una sensación de tranquilidad que nos ayudará a vivir la vida con más felicidad.
Que nos emocionemos ante cosas sencillas, que nos conmovamos ante el dolor ajeno, que seamos capaces de perdonar y no guardar rencor, que nuestras fibras se vuelvan más sensibles y nos emocionemos con cosas ante las cuales, antes permanecíamos impasibles. Todo ello hará que comprendamos el verdadero sentido de la vida y que la vivamos con verdadera pasión. Tan simple y tan difícil al mismo tiempo, como la inmensa mayoría de las cosas con las que más podemos disfrutar. Ojalá seamos capaces de conseguirlo.

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