Hay gente que no quiere enterarse de nada y anda siempre con la boca abierta, como los gorriones, esperando a ver qué le cae. Cuando le dices…
“¿te has enterado de esto o de aquello otro?”, ya está la boca abierta y la incredulidad o el hastío o la media indignación, por quedar bien visto, socialmente y no parecer un tonto.
Pero la gente real que suda, se levanta las siete de la mañana y se lleva puteado varias horas-muchas- del día, para llevarse a casa un mísero jornal, están que no pueden ver más, en ciudades que fagocitan gente, por los desagües de la vida. Miseria parece que dan, cuando hay algo de trabajo y gracias infinitas parece que hay que darles, a los políticos, que salen en las fotos cuando el milagro se hace, y las contrataciones son temporales y los contratos de obra se ven, aunque se diluyan entre las manos, como la arena de playa. Olvidan a los que están ahí, a los hacedores de días completos, de sueldos millonarios para los banqueros, que los han abandonado sin piso y con hipoteca eterna, a los reponedores de productos de supermercado, que yacen infectados por toda la basura que tienen que tragar.
Hay quien no se entera, quien hace el paso del avestruz, para no hacer el paso del ganso e incluso quien irá a votar a las europeas, pero lo hacen por profesionalidad ciudadana, la misma que recicla y la misma que cuando dice que no cree en la justicia, lo mismo es que sí, porque desea creer que cada persona es igual a otra y las penas no son sorteadas , en la suerte de la clase social.
Tampoco estaría mal que los tramposos perdieran por una hipotética vez, que cayeran y que la gente los viera caer y no pedir recursos que les conceden, haciéndolos inimputables en la práctica, sin ver la cárcel, ni en las fotos de internet. Porque duele y hastía y harta y jarta y cansa y es muy difícil vivir, con las noticas que circulan y saber que si hablas, palo, que si te manifiestas, palo y que si te sales del carril que han establecido, buen palo, que te darán. ¿Cuándo hemos cambiado tanto?, ¿cuando le hemos vendido el alma al diablo, para que ya no podamos hablar, ni manifestarnos, ni decir lo que nos dé la gana en una huelga?, ¿cuándo fue?
La gente llana cree que podemos atropellar, si somos pudientes, podemos robar, si robamos millonadas, porque tendremos los mejores abogados y la presión política y la buena sociedad nos enmendarán la plana y con un poquito de suerte, hasta alguien que se siente en sillón de cuero azul, nos mandará un mensajito que nos alentará. Pero si somos un pobre desgraciado, que vamos a manifestarnos porque nos joden los derechos que tenemos, nos darán para el pelito, que será corto, empiojado y resuelto, a la mayor celeridad y nos caerán añitos de cárcel, que nos pesarán, como balas en la nuca, porque ni somos delincuentes, sino luchadores por la libertad.
Deshueva y descoloca, atemoriza y perpleja, que es lo que se pretende, que los decretos sean concretos hacia una clase social y que la educación se recorte y que la sanidad no sane, que las prestaciones no lleguen, si no es con dinero privado y formaremos castillos en el aire, para verlos crecer a la mayor celeridad y conformaremos una sociedad para unos pocos, y se quedaran atrás, todos los demás, desconvocados, sin manifestarse, ni protestar , que eso es de gente ordinaria.
La gente se siente triturada y baja la cabeza y sigue su marcha, porque hay que comer y hay que darle a los hijos y seguir adelante, porque la manada no para y creemos que vamos- nos dicen – hacia algún lugar donde se comerá mejor y más, pero lo mismo es un precipicio, pero qué más da, en la cabeza va alguien andando, dan buenos palos en los flancos y todos siguen sin pensar. Porque queremos creer que la justicia no es ciega, que los políticos nos aman, que las instituciones nos protegen y que el Pueblo es soberano de su destino. Mientras, la trituradora mastica y se traga todo lo que le pongan delante y el que iba el primero de señuelo, ya se aparta y empiezan a entrar…tras, tras , tras, uno , tras otro , sin parar.