A eso hemos reducido el funeral de Mandela. Eso es de lo que habla todo el mundo, eso es lo que publica la prensa seria. Ah, no, perdón, que también se habla del falso traductor de lenguaje de signos. Somos lamentables, qué quieren que les diga. Sin entrar en el debate político o la crítica a los que van al funeral de Mandela a exaltar la figura de Madiba mientras aseguran que no saben si las concertinas cortan, o a los que van a exaltar la lucha contra el apartheid pero defienden lo que hacen sus amiguitos en la franja de Gaza, quiero yo hacer una llamada de atención o pequeña reflexión sobre la polémica de los celos de Michelle Obama.
Como habrán visto y oído en tertulias varias, resulta que en el funeral de Nelson Mandela, en el estadio de Soweto se sentaron juntos por este orden: el primer ministro británico, la primer ministro de Dinamarca, el presidente de Estados Unidos y la esposa del presidente de Estados Unidos. Durante la ceremonia, los tres primeros aparcan la solemnidad y el respeto al difunto, y se hacen una selfie (que es como se llama en inglés a hacerse una foto a uno mismo, solo o acompañado) muy sonrientes para guardar en su álbum de fotos, como si estuvieran en la ceremonia de clausura de unos Juegos Olímpicos o fueran unos quinceañeros en un concierto de One Direction. Pero eso no importa, no lo censuramos, no les afeamos la conducta. Nos centramos en la cuarta persona, la esposa del presidente de Estados Unidos, que a simple vista podemos ver con gesto serio. No sabemos qué le pasa, pero podemos deducir que está enfadada o molesta por el ridículo que están haciendo, por la falta de respeto a una persona difunta, por no honrar la memoria del Nobel de la Paz, por la falta de duelo. Pero no. No critiquemos a los payasos, que para más inri son payasos máximos dirigentes de tres países. No. Centrémonos en que uno de los payasos es mujer y rubia. Y ya todo es más fácil.
La mujer de Obama está celosa. La rubia está flirteando con el presidente de EEUU.
Nadie habla de la falta de respeto al muerto. Desviamos la atención de lo censurable, y en un gesto machista más, ponemos el énfasis en la imagen sesgada de dos personas, por el simple hecho de ser mujeres. Si en la fotito de marras no hubiera una mujer rubia, si en vez de la primer ministro de Dinamarca hubiese estado el presidente francés, por ejemplo, y los tres mandatarios se hubiesen echado las mismas risas ¿se habría enfadado Michel Obama? Yo apuesto a que sí. Pero claro, era la rubia la que estaba en Soweto y nos viene de perlas como cortinilla de humo para tapar el gesto impresentable de Barack Obama & Co.
Todos a criticar a las dos féminas reducidas a sendos floreros. Una por ser rubia y otra porque solo es la esposa que se pone celosa.
Somos lamentables, qué quieren que les diga. Sí, me repito. Me reafirmo: somos lamentables.
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