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La religiosidad sigue alimentando “la dicotomía de las dos ciudades”

Los caballas evolucionan, en términos religiosos, con dos tendencias contrapuestas. “Mientras que la población [ceutí] de origen católico vive un proceso similar al del resto de España, la denominada ‘tercera secularización’, la población musulmana [de la ciudad autónoma] mantiene un elevado grado de práctica religiosa otorgando a la religión una gran importancia respecto de sus vidas, constituyendo uno de sus ejes vertebradores”.

Esta visión de la religión “aleja significativamente” a los fieles islámicos ceutíes del proceso secularizador que vive la sociedad española en su conjunto e “incluso entre las nuevas generaciones de jóvenes musulmanes, situados entre dos modos de vida pero sobre los que el peso de la tradición familiar y la presión de grupo, mantienen un grado de práctica muy elevado y alejado del observado entre los jóvenes ceutíes católicos y de los jóvenes españoles en general”.
Así lo aprecia el sociólogo Carlos Rontomé en la versión completa de un estudio titulado ‘Integrismo islámico y secularización en Ceuta’ a cuyo contenido ha tenido acceso ‘El Faro’ y en el que observa que “el asentamiento en la Ceuta de corrientes religiosas que predican un Islam más riguroso y espiritual como el ‘Tabligh’ o ‘Justicia y Espiritualidad’ ha reordenado la religiosidad de una parte importante de la población musulmana de la ciudad”.
De esta forma, el analista concluye que “la experiencia de Ceuta nos indica que, al contacto con las sociedades occidentales, el Islam tiende a la reafirmación y al rigor en lugar de a la laxitud que practican las religiones cristianas presionadas por los procesos de secularización”.
“Frente a la creencia extendida de que la religión pasaría a un segundo plano dentro de las dinámicas sociales y que quedaría relegada al ámbito de lo estrictamente privado, el caso de la ciudad autónoma nos muestra”, resalta, “que esta tendencia sucede entre la población occidental de origen sociocultural católico o cristiano pero no resulta tan evidente entre la población que proviene de otro ámbito religioso, más en concreto del Islam”.
Para Rontomé, el resultado de esa “escasa penetración de las dinámicas secularizantes entre la población musulmana”, junto con “el crecimiento de corrientes integristas o rigoristas”, llevan aparejadas “la profundización en esa dicotomía de las dos ciudades, de los dos espacios geográficos, económicos y sociales, añadiendo una nueva división o separación, la de la práctica religiosa y el grado de importancia que para cada grupo poblacional tiene el mandato religioso dentro de su vida pública y privada”.
Ello es así porque al menos una parte de la población de raíces culturales cristianas también ve desacelerada su secularización, en su caso porque “la pérdida de población de origen católico y el crecimiento de la población musulmana favorecen la ralentización del proceso secularizador que vive el conjunto de la población española, ofreciendo el espacio social ceutí un escenario diferente en el que parte de su población reafirma su identidad a través del elemento religioso”.
“Lo que resulta evidente”, considera el trabajo, “es que el peso de la religión en el ámbito público en la ciudad continúa siendo elevado e incluso se acrecienta en los últimos tiempos”. En ese sentido, recuerda que “cuando en el pasado reciente se han producido circunstancias que han provocado la inestabilidad de la frágil convivencia, las instancias oficiales han recurridos a la legitimidad de los líderes religiosos para reconducir la situación, en lugar de acudir a otros actores no vinculados con la religión”.
A su juicio resulta “paradigmático” el caso de la chirigota ‘Los polluelos...’ que en 2006 “provocó una grave fractura social superada recurriendo a los imames de la ciudad”. “El peso de la religión es tan fuerte en la ciudad que incluso en festividades civiles, como el Día de la Autonomía, se celebra con actos institucionales donde la religión juega un papel fundamental como las jornadas de apertura al público de los templos de las diferentes religiones, denominadas ‘Tener fe en Ceuta’.

Los musulmanes, mucho más practicantes

El trabajo de Carlos Rontomé se remonta a una encuesta realizada en Ceuta en 2005 para analizar la práctica de la religión entre los ceutíes. Aquel estudio reveló que el 62% decía ser católico y que un 35% afirmaba ser musulmán. El resto de la población se repartía en pequeñas minorías religiosas como la hindú (0,6%), el judaísmo (1%), el evangelismo (1%) y otras sin especificar (0,3%). “Desde entonces las cifras de población han tendido a igualar los dos grandes grupos étnico-religiosos, avanzando en la dicotomía entre católicos y musulmanes”, señala el sociólogo, que explica que el grado de práctica en ese mismo año era “elevado”: el 40,1% se consideraba bastante o muy practicante, mientras que tan solo un 12% decía ser ‘nada practicante’. Las diferencias en el grado de práctica entre las dos comunidades se observaban al cruzar ese grado de práctica con la adscripción religiosa: el 69% de los entrevistados de origen sociocultural musulmán aseguraban que eran muy o bastante practicantes, este porcentaje se reducía para el caso de los de origen católico hasta el 24%. El grado de religiosidad de los católicos ceutíes “se aproximaba” a la del resto de los españoles pero el de los musulmanes solo encontraba parangón con las medias nacionales de los años setenta.

Las claves

Importancia
Clave en las vidas del 96% de los musulmanes
Para el 96% de los musulmanes ceutíes la religión constituye un referente muy o bastante importante para sus vidas. Solo dice lo mismo un 65,2% de los católicos para las mismas categorías.
Juventud islámica
“A caballo entre dos modos de vida”
El estudio aprecia que entre los jóvenes musulmanes “se observa que se ven afectados por los procesos de aculturización y de secularización, pero también el reforzamiento identitario a través de símbolos como la vestimenta dentro de una situación caracterizada por  encontrarse ‘a caballo’ de 2 modos de vida sin sentirse plenamente inmersos en ninguno”.

Refuerzo identitario y control social

Rontomé aprecia que “a pesar de que las nuevas generaciones de jóvenes musulmanes parecen introducir tendencias secularizantes dentro de este grupo”, el grado de práctica religiosa entre ese colectivo “es aún muy elevado y alejado del observado entre los jóvenes ceutíes católicos y los jóvenes españoles en general”. Desde su punto de vista “en este caso, la religión no es solo un elemento diferenciador e identificador frente al otro, como ocurre con los católicos ceutíes, es también un factor muy importante dentro de sus vidas”.
Para el sociólogo “los ciudadanos de Ceuta siguen auto referenciándose en base al componente religioso”. En la ciudad autónoma “la presencia de una importante población islámica refuerza el carácter identificador y casticista del catolicismo”, por un lado, mientras que los musulmanes, por otro, “reciben las influencias del proceso secularizador general pero se muestran resistentes al mismo, especialmente desde el asentamiento de corrientes rigoristas del Islam”.
Ceuta no ha permanecido ajena a “fenómeno global” que, durante las últimas décadas, ha supuesto en la mayoría de las sociedades occidentales y no occidentales “un crecimiento del radicalismo y del rigorismo dentro de la práctica religiosa islámica”. Según el repaso histórico que hace el experto, este proceso de radicalización de una parte de la población islámica de Ceuta se inició “a finales de los años ochenta”, al principio “de forma muy minoritaria y poco visible social y políticamente”. “En las últimas décadas”, advierte, “diversos movimientos religiosos de carácter rigorista han ido asentándose y creciendo en la ciudad en detrimento de las asociaciones y comunidades cercanas a la tradición malekí propia de Marruecos”.
Rontomé recuerda que en 1988 se constituyó en la ciudad la Asociación Religiosa Musulmana Masyid An- Noor, “con unos fines exclusivamente religiosos y ligada desde el comienzo a la actividad de la Yama’a at-Tabligh”. Otra de las corrientes rigoristas introducidas en Ceuta en las últimas décadas ha sido la vertiente espiritual, sufí, de Al-Adl wal-l-Ihsan  constituyéndose como Comunidad Islámica Aljair Wal Ihsan desde el año 1997. Según el sociólogo las actividades que desarrolla esta comunidad “tienen las dos vertientes habituales: la religiosa y la educativa, estando ambas íntimamente relacionas”.
“En cuanto al salafismo”, completa, “aunque minoritario, también está presente en Ceuta habiendo protagonizado algunos acontecimientos violentos, como el incendio de los morabitos de Sidi Embarek y de Sidi Bel Abbás, cuyos autores fueron detenidos dentro de la ‘Operación Duna”.
Las consecuencias pueden están a la vista de todo el mundo en la vestimenta: “Mientras que en los años ochenta y noventa se produjo entre la mujeres jóvenes musulmanas de la ciudad una adopción mayoritaria de las vestimentas de corte occidental, quedando las ropas tradicionales para uso de las mujeres provenientes de Marruecos, en los últimos años ha crecido el número de jóvenes que portan el hiyab e incluso han aparecido vestimentas totalmente ajenas a la tradición marroquí como el nikab”, refiere Rontomé, que añade que “la extensión de una vestimenta más acorde con las tendencias rigoristas se puede observar incluso en los ámbitos académicos superiores como la universidad, donde se ha producido un crecimiento del número de jóvenes musulmanas que utilizan el hiyab en clase”. A ello hay que sumar “el crecimiento del yihadismo”, otro indicador “que aporta información sobre el proceso de radicalización de parte de la población musulmana de la ciudad” y cuyo último exponente ha sido la partida hacia Turquía de una joven de 21 años, como ha adelantó ‘El Faro’ esta semana.
“Todos estos indicios nos revelan la radicalización de una parte de la población musulmana ceutí, una parte difícilmente cuantificable pero que aun no debe alcanzar cifras mayoritarias, si bien su presencia produce un efecto de reforzamiento identitario relacionado con ese mayor rigorismo religioso e impulsado por el control social ejercido”, diagnostica el estudio.

el faro El experto aprecia un aumento del uso del hiyab e incluso del nikab.

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