No podía ser de otra forma. La España silenciosa había ido observando todo lo que se cocía en las ollas separatistas y ha dicho:”¡¡Basta ya!!”, porque una cosa es ser partidarios del orden y del cumplimiento de las leyes y otra, muy distinta, es parecer “gilipollas” que aguantan todo lo que los “sin razón” nos quieren vender.
Y ahora se ha dado la vuelta a la situación, con lo que el independentismo, tras muchos alborotos, se quedó en casa, para que fueran los otros, las gentes de bien, los que quieren el cumplimiento de las leyes, los que llenaran las calles, especialmente en Madrid y Barcelona, pero también en otras docenas y decenas de ciudades.
Las manifestaciones, en el fin de semana, se han dado en docenas y docenas de ciudades en España, con una idea básica:”No a la ruptura del país, no a los separatismos y respeto a la bandera nacional, por encima de todo”.
La manifestación del domingo en Barcelona pasará por ser una de las más numerosas, si es que no fue la más numerosa, en muchas décadas, con casi un millón de personas asistentes a ella.
En Madrid había habido, el día antes, otra del mismo calado, en la que se dieron consignas muy atinadas, en el sentido de:”Cataluña no estás sola” y otras de apoyo a los propios catalanes:”Madrid está con el pueblo catalán”.
Hasta aquí hemos llegado y lo que no sé es cual será ahora mismo el pensamiento de Puigdemont o de Junqueras, el del ojo güero, cuando ahora y a pecho descubierto, los que no fueron a votar en varios colegios electorales, a la vez, también saben cual es el camino elegido por los separatistas y cual es el verdadero camino para que España siga siendo España.
Y la pasada semana, tras las jugarretas y las trampas, porque Puigdemont y Junqueras son unos tramposos, de unas elecciones manejadas para el mal, han puesto el dedo en la llaga de lo que es la realidad y de lo que no va a ser bajo el control de unos separatistas.
Queda claro que el Banco de Sabadell fue el que puso la primera piedra, Caixabank “rellenó los cimientos”, Gas FENOSA abrió otra zanja más, está la amenaza de otras empresas de las serias y, para que nada falte , Planeta se empieza a pensar si merece la pena seguir en el barro de los separatistas o asentarse en un lugar seguro.
Ahí está la cuestión y los que piensan, miran y ven a lo lejos y de cerca se hacen la siguiente composición de lugar:”Fuera de España, ¿Con qué moneda?, ¿Qué instituciones nos avalan?, ¿Qué países nos acogen?, ¿a dónde vamos?”. La respuesta está muy clara, hay que seguir donde estamos, en un país serio y bien visto desde todas las partes, con una democracia consolidada y con las miras hacia dentro y hacia fuera, sin esos problemas que nos acarrearía la secesión.
Un par de días, no creo que más, hay para que todo vuelva a su sitio, el paréntesis de esta “semaneja” de algaradas ha pasado y lo que no quisiera es que pasara el tiempo y los Puigdemont, Junqueras y “demás colegas” no hayan ido ya a ese lugar que les debe estar esperando merecidamente, como en su día, también merecidamente, fueron los Tejero y compañía por intento de romper la normalidad establecida. Los años han pasado, de 1981 hasta hoy ya ha llovido un poco y no creo que estos golpistas de ahora tengan un paraguas que les proteja tanto como para seguir en libertad.