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La minusvalía, un pasaporte para pasar de la cola

En silla de ruedas. Ayudando sus pasos con unas muletas. O con un guía a modo de lazarillo. Cada día algo más de 150 marroquíes con algún tipo de minusvalía física cruza la frontera del Tarajal y toma la misma dirección: las naves. Todos ellos ayudan a dibujar esa cara aún más penosa dentro de la ya de por sí dramática vida que le espera a un porteador. Las colas, las cargas y las avalanchas que aún todavía se forman en las naves son, para ellos, aún más difíciles de controlar. Por sus condiciones físicas intentan conseguir la benevolencia del policía nacional de turno para que les deje pasar antes que al resto. Y a menudo lo consiguen, por eso son utilizados como reclamo por algunos pasadores de bultos que buscan, de esta forma, conseguir pases mucho más ágiles que el resto.
“A veces vemos entrar a una minusválida sola, en su silla de ruedas, y luego la vemos salir encima de los bultos que han colocado sobre su silla. A esa mujer le dan un dinero para conseguir más pases de mercancías ya que aprovechándose de su minusvalía saben que pasarán más rápido que el resto”, asevera un policía nacional a pie de frontera.
Esta misma semana la oenegé Digmun organizaba una visita a las naves para que expertos de distintos países conocieran in situ esta realidad. Y sí que la conocieron. Se toparon con cientos de mujeres que intentan levantar bultos de casi cien kilos de peso y cientos de hombres que hacen uso de minusválidos para, ejerciendo una clara picaresca, pasar antes que nadie. ¿Cuánto puede cobrar una de estas personas por dejarse utilizar buscando la benevolencia del agente de turno? La respuesta es depende.
Por norma general un porteador se lleva entre 4 y 6 euros -depende si es hombre o mujer- pasando bultos. Cuanto más pase en un mismo día, más dinero gana. Si hace uso de un minusválido y consigue pasar antes que nadie por la cola, a éste le deberá dar ‘una comisión’. El minusválido puede ser incluso ‘compartido’ entre varios porteadores que sirven, generalmente, las mercancías a la misma persona en Castillejos. Multiplicando el número de viajes que realiza el minusválido por la comisión que se lleva en cada uno sale la cuenta.
Desde el año 2008 la Policía ha detectado no sólo un aumento en el número de porteadores, sino también en el tránsito de minusválidos. “Si les vemos entrar por la frontera y no les identificamos como persona que vaya a pasar bultos, les dejamos entrar por el carril de los comunitarios, sin tener que esperar la cola. Otra cosa es que sepamos que viene a buscar una picaresca, el entrar antes que nadie para pasar los bultos. Si los conocemos ya de varios días, no hacemos excepciones”, señala un agente, aludiendo a las entradas de estas personas por la frontera del Tarajal. Distinto es cuando salen por el Biutz, la costumbre es que los invidentes o quienes a duras penas pueden arrastrar sus piernas con las muletas obtengan ese trato de favor. Por eso esta mezcla entre negocio y picaresca sigue activa o, mejor dicho, va en aumento.
Con lo que no tiene piedad alguna la Policía es con las mujeres que portan niños de corta edad o incluso bebés entre sus bultos. La permisividad de hace unos años ha terminado y si los agentes les descubren se pueden enfrentar a la temida ‘mancha roja’. Una marca en el pasaporte que les impide entrar durante un tiempo en Ceuta. La misma marca que se impuso a las decenas de mujeres que hace unos meses se sentaban con sus bultos en la rotonda del Tarajal intentando pasarlos por el tubo. La Policía Nacional se quitó el problema ‘castigando’ a varias de ellas, en una medida que la propia Jefatura Superior consideró legal aunque ya hay abogados que están estudiando este extremo. “En todo esto hay que saber, también, diferenciar, porque hay supuestos minusválidos: gente que entra en silla de ruedas y curiosamente recupera la movilidad en las naves”, señala con ironía un efectivo policial.
Sea o no así, las miles de personas entregadas a alimentar a diario un comercio millonario esconden esta otra realidad de hombres y mujeres cuyas minusvalías son explotadas ante los ojos de todos.

CINCO CARAS DE UNA MISMA REALIDAD

Mirando a la cola para pasar antes: Traslado sobre un carro con bultos a su espalda

No es nuevo en las naves del Tarajal. Siempre entra ayudado de otra persona que o bien le lleva en un carrito, como en la imagen, o incluso sobre una silla de ruedas de grandes dimensiones montado sobre grandes bultos. Por sus condiciones físicas no puede entrar solo en las naves y quien lo lleva busca siempre intentar pasar el primero en la cola. Desde hace años es un habitual en las naves del Tarajal aunque quienes le llevan consigo no son siempre las mismas personas. Eso sí, todas tienen en común su pretensión de pasar los primeros para realizar cuantos más viajes mejor. Este hombre, que padece enanismo, lleva años siendo trasladado a las naves, a veces con mayores riesgos que otras, le utilizan como un reclamo para intentar buscar la benevolencia de los agentes y obtener así un trato de favor. Se estima que el desarme arancelario provocará la desaparición de este tipo de tránsito de porteadores en 2012, pasando, después de ese periodo, a ser meras figuras simbólicas. Mientras sigue activo como uno de los mayores pulmones en el tráfico comercial.

Enormes bultos: Elevado número de personas faltas de una extremidad

Los hombres y mujeres a los que les falta alguna de sus piernas constituyen el mayor grupo de personas con una minusvalía que se dedican a pasar bultos. Ayudados de muletas se cargan hasta los topes y acuden a formar las colas para cruzar el puente del Biutz en situaciones inimaginables. Intentan pasar antes que el resto en una carrera llena de temeridad. Predominan las mujeres que cargan enormes bultos y que son utilizadas para hacer cuanto mayor número de viajes mejor. En la imagen una mujer a la que le falta una pierna corre hacia la cola con bultos a su espalda.

Lo más perseguido: La utilización de bebés o niños de corta edad

Aquí no se trata de ninguna minusvalía, sino de una actuación que es perseguida por la Policía sin clemencia alguna. El uso de bebés o de niños de corta edad se intenta controlar al máximo, impidiendo que las mujeres que quieren trasladar bultos con ellos vuelvan a hacerlo. En la imagen una mujer con un enorme bulto a la espalda lleva un carro con más bultos y con un niño de unos dos o tres años encima. La Policía sanciona este tipo de actuaciones e incluso, en los últimos años, también la marroquí hace un mayor control y seguimiento para evitar este tipo de situaciones. En algunos casos se trata de mujeres que no tienen con quién dejar a sus hijos, pero en otros se trata de niños que no son suyos y que los pretenden utilizar para pasar antes las colas. Ha habido situaciones en las que la Policía Nacional ha encontrado a mujeres con bebés amarrados a su pecho y ellas cargadas hasta los topes de mercancía.

Invidentes y Lazarillos: Cargados de bultos se atan con cuerdas entre sí

La presencia de invidentes también es destacada en las naves. Se les coloca bultos y son guiados por un lazarillo. Entre ambos se atan con cuerdas para no perderse. Son utilizados o ‘alquilados’ como reclamo para conseguir pasar la cola antes que el resto. En los últimos años ha aumentado bastante el número de invidentes que hay en el Tarajal. Entran en Ceuta explícitamente para esta misión: cargar bultos. En la imagen un invidente sigue a un guía que le abre el camino por las naves del Tarajal.

Salida sobre sillas: Es común la salida de minusválidos sobre los bultos

Esta es la imagen con la que se topa la Policía de manera habitual: hombres o mujeres que salen en las mismas sillas de ruedas con las que han entrado pero con una diferencia: éstas son usadas a modo de carros para cargar sobre las mismas bultos de mercancías. Es aquí donde las fuerzas de seguridad hablan de mayor número de picaresca, ya que, dicen, en algunos casos el minusválido sale sin su silla, andando, tras haber recuperado milagrosamente la movilidad de sus piernas.

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