Las previsiones meteorológicas no hicieron de las suyas, como suele ser habitual en estas fechas, y dieron una tregua al fin de semana que tuvo el reflejo de los días anteriores. Una mañana soleada, aunque algo fría era la que amanecía para dar la bienvenida a Sus Majestades los Reyes Magos.
La jornada de la ilusión comenzó de manera esperanzadora, como procedía, pues rodeados con un aire majestuoso, de un halo encantado, los Reyes Magos llegaron al filo del mediodía, un nuevo año, a Ceuta. Lo hicieron poniendo el pie en el puerto a través de una patrullera de la Guardia Civil, donde varios grupos de niños aguardaban para recibir a Sus Majestades que, una vez en tierra firme y sin camellos, que tal vez se quedarían descansando en la otra orilla, traían en realidad el tesoro más preciado: la ilusión de los más pequeños de la ciudad. Una ilusión que, a estas horas, será ya una realidad tangible, una imagen para enmarcar almas alegres.
Inmediatamente después de ser recibidos como se merecen, tanto por autoridades como por niños y vecinos de nuestra ciudad, Melchor, Gaspar y Baltasar se dirigieron hacia el Palacio de la Asamblea, donde fueron acogidos por el presidente Juan Vivas. Palabras hermosas, abrazos, deseos fraternales, en definitiva, un mundo onírico que pocas veces se vive entre esos muros. Allí, en la Casa de todos los ceutíes, los Reyes de Oriente se sintieron plenamente cómodos, atendieron las demandas de pequeños, y también de adultos, y tomaron impulso para la ardua y ajetreada tarde (y noche, y madrugada) que se les venía encima.
De tal modo, seguramente tras degustar ricos platos de la gastronomía caballa, y acaso dormitar unos minutos, los Reyes acudieron sobre las 16.00 horas hasta el acuartelamiento González Tablas, morada del Grupo Regulares Ceuta número 54, donde, además de sonrisas, repartieron regalos a los niños de la popular barriada de San José. Los pequeños, encantados, recibían sus obsequios con sonrisas de esas que son tan gigantes que además de cubrir el rostro, borran muchos días de desconsuelo y penurias. Acto seguido, comenzaría con rigurosa puntualidad inglesa, cuando el reloj marcaba las 17.00, la primera parte de la tradicional y hermosa Cabalgata de Reyes.
Las imágenes tomaron entonces todos los colores posibles: morado, amarillo, verde, blanco, rojo, naranja. Porque numerosos eran los disfraces, papelitos, caramelos que volaban por el aire, de un lado a otro, para gloria y diversión de los presentes. Una hora y media después, tras quedar Hadú encantado por la magia del trío de Reyes, la Cabalgata tomó impulso desde Maestranza, punto en el cual daba comienzo la segunda parte de la gran fiesta.
Desde ahí, recorriendo las calles del centro de Ceuta, se destapó algo así como una caja de truenos, pero de unos relámpagos como los de los dibujos animados: pasacalles, música y 4.000 kilos de caramelos amenizaron el trayecto de la Cabalgata de Navidad, compuesta por un total de cinco academias de baile, la banda de música de La Amagura, un grupo de animación de calle, y seis bateas, entre ellas, las de los tan esperados Melchor, Gaspar y Baltasar, esos Reyes que, un año más, ilusionaron a los más pequeños y, también, a los mayores.