Mohamed Hamed Abderrahaman fue asesinado en los años 80 por la banda terrorista ETA en Irún. La muerte de este ceutí marcó la vida de su esposa Aixa, así como de sus hijos, Kinsa, Himo, Nawil y Mohamed Bilal.
La figura del padre y esposo perdido está presente todos los días pero ayer lo estuvo aún más. Mohamed fue uno de los 184 policías nacionales a los que el Ministerio de Interior rindió un homenaje en Madrid. Aixa y su hija Kinsa estuvieron presentes, acompañadas de otras familias de agentes fallecidos. La llama de Mohamed fue una más; brilló, eso sí, con toda la fuerza posible emocionando a una familia rota por culpa de ETA que ha tenido que aprender a vivir sin el cabeza de familia.
El jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, fue el encargado de prender ayer una llama, acompañado del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, junto a un monolito donde están inscritos los nombres de todos estos policías asesinados en acciones terroristas. Entre ellos está el de Mohamed. El ceutí padre, el ceutí marido, el ceutí que hoy debería estar junto a su familia y cuya vida se apagó cuando se encontraba custodiando a los camioneros franceses en la autopista A-8 de Irún.
Aquella noche del 23 de noviembre en la que Mohamed fue asesinado no le tocaba servicio. Lo había cambiado expresamente para poder acompañar a su mujer Aixa al médico, ya que una de las niñas del matrimonio, Himo, afectada por una parálisis cerebral, tenía que pasar revisión. Mohamed se encontraba en la autopista Bilbao-Behobia, había salido de su coche para acercarse al de otro compañero para pedirle un cigarro cuando recibió el impacto de una granada. Murió al instante.
Su historia, su vida, el trabajo que desempeñó para el Cuerpo Nacional de Policía cobró ayer protagonismo entre las 184 historias que sirvieron de homenaje en el centro de altos estudios policiales. Rajoy estuvo acompañado del ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, y del director general de la Policía, Ignacio Cosidó.
“La sociedad ni puede ni quiere olvidar a quienes han defendido y sustentado nuestra democracia, de quienes han dado su vida para garantizar la seguridad y la liberad de todos los españoles”, dijo Rajoy, antes de destacar que la lucha de la Policía contra el terrorismo se ha convertido en un “referente a seguir” para otros países.
El terrorismo de ETA ha tenido en su punto de mira a las fuerzas de seguridad del Estado. “Los policías, sobre todo del País Vasco y Navarra, han trabajado durante décadas bajo la amenaza constante”, apuntó el ministro de Interior.
Precisamente en ese escenario, en los duros años 80, fue cuando ETA terminó con la vida de este policía nacional. Fernández Díaz ha hecho referencia al momento actual de ETA, que vive, ha dicho, el “final irremediable” gracias a la eficacia policial y al sacrificio de sus víctimas.
En la placa de homenaje del monumento inaugurado ayer figuran los nombres de los 186 policías asesinados en atentados terroristas, una lista que encabeza el primero que perdió la vida en una acción de estas características, Melitón Manzanas (asesinado en 1968), y que cierra Eduardo Puelles, el último miembro de este cuerpo fallecido en un atentado del que mañana se cumplirán cinco años. Un centenar de ellos lo fueron mediante un tiro por la espalda, 50 por la detonación de artefactos explosivos y 25 fueron asesinados mediante ametrallamientos sorpresivos. Cuatro de cada diez apenas tenía 30 años y el 60 por ciento llevaba menos de diez años en el cuerpo.
222 niños huérfanos por la acción de ETA
Los agentes asesinados dejaron huérfanos a 222 niños. Entre ellos estaban Kinsa, Himo, Nawil y aún en el vientre de su madre el único varón de la familia, Mohamed Bilal. Ellos han tenido que crecer sin su padre, atendiendo las directrices de una madre que se tuvo que multiplicar para llenar ese vacío y sacar adelante a todos sus hijos. Ellos también son víctimas de la banda armada, a ellos les arrebataron al cabeza de familia y terminaron con un proyecto de futuro porque sí. Mohamed había ayudado a desarticular un grupo etarra un año antes de su asesinato. Su vida rota ha sido protagonista incluso de un libro.