Ya dice el genial Vicente que el calor es muy malo. Y este verano parece estar haciendo estragos. No teníamos tiempos movidos y hasta convulsos en las costas fronterizas, que nos faltaba el culebrón del verano: el de la toma de agua. La verdad es que la convocatoria de ayer de la Ciudad, llevando a Gregorio a la toma de agua causante de la crítica de Caballas hacia el Gobierno fue de lo más ingeniosa. Por si no han seguido mucho la historia, ésta comienza cuando los de la coalición denuncian que se usa agua potable para el baldeo. La Ciudad lo niega -aunque metiendo algo la pata- y Caballas lo vuelve a denunciar. Así que allá que va el consejero Gregorio para posar ante la famosa toma (genial la foto de Quino de portada) y negar la mayor invitándole al concejal Aróstegui a que suba a la depuradora y se tome un vasito de agua, a ver si se atreve. No me extraña que el Robin Hood de los musulmanes nos convoque a los medios para tomarse el agua a jarros. Visto lo visto, la política puede terminar con escenas como ésta, más propias de tebeos y que me empiezan a recordar a la guerra de partidos que se estila en Melilla.
Como suele suceder en estos casos la crisis, si es que se puede llamar así, ha estado mal gestionada desde el principio. La puesta en escena de Gregorio se tendría que haber llevado a cabo el mismo día en que Caballas se descuelga con la primera nota de prensa crítica, sin esperar este cruce de acusaciones en los que ha habido hasta meteduras de pata de alto nivel. Ya que el Gobierno dispone de asesores múltiples y de cargos de confianza trabajando en los despachos de forma oficiosa (¿y legal?) aunque todavía no se les haya nombrado, bien podrían haber pensado que temas de este tipo terminan siendo conflictivos cuando se da la combinación peligrosa del calor y la descoordinación política mezclada con cierta dosis de temeridad. Después de toda la película que nos han montado creo que el debate no está en si el agua es potable o no (de hecho, de toda la vida ese agua se ha tomado procedente de Marruecos sin depuración alguna); más bien habría que preguntarse si hace falta derrochar tanta agua en los traslados de las cargas y en las fugas que sigue teniendo la red, millonaria, por cierto. ¿Se tomará Aróstegui el vasito?