Es lógico que los comunicados de prensa de los gabinetes oficiales difundan realidades ajustadas a lo que los políticos quieren vender. Y digo que es lógico porque la clase política, a la que tan sinceramente definió el juez Pedraz, llega a ser tan bajuna que utiliza sus propios gabinetes para montarse su mundo virtual, a sabiendas de que el ciudadano tiene a estas alturas tantas preocupaciones, dudas y desesperanzas que ni perderá el tiempo en replicarles. Así que hasta se entiende que la Delegación del Gobierno nos informara en una nota que las relaciones con Marruecos son buenísimas y que eso se nota en la frontera. Al delegado y su equipo le interesa vender eso: que todo funciona estupendamente bien. Y no le niego que en materia migratoria se estén obteniendo resultados (no sabemos a cambio de qué), que no se alcanzan, en cambio, en el tráfico rodado. La gente sigue soportando largas colas a uno y otro lado de la frontera, que es cerrada por la Policía Nacional en cuanto ve problemas. Los colapsos son para llevarse las manos a la cabeza, y hay retenciones que se organizan por la incapacidad manifiesta de quienes en esos momentos se encargan del control. Eso sucede, otra cosa es que la gente ya esté cansada de denunciarlo porque ve que no se termina con el problema ni aunque plantemos un asesor en Bab Sebta.
Si la Delegación del Gobierno juega a disfrazar la realidad difundiendo aseveraciones que, saben, son falsas pierde la partida. Porque el ciudadano puede estar cansado e incluso harto de protestar para no encontrar soluciones, pero no es tonto y sabe que la frontera sigue siendo un infierno, que no funciona, que nada se ha arreglado, que es un caos. La decadente clase política se gana a pulso el auto de Pedraz, sí señor.