El campamento sirio de la Plaza de los Reyes cumplió ayer 21 días reivindicando a la Administración de forma permanente su traslado a la península.
Aunque en sus inicios solo pernoctaban los varones, hace unas dos semanas se sumaron las mujeres y los niños, una presencia que requirió de la intervención del Área de Menores para examinar las condiciones higiénico-sanitarias en la que se encuentran.
Los técnicos, que mantienen contacto diario con estos extranjeros, determinaron que, hasta el momento, los pequeños se encuentran en buenas condiciones. Sin embargo, los padres señalaron ayer que sí fueron citados por la Fiscalía de Menores ante el absentismo escolar de sus hijos –no significa que se vaya a actuar–, una práctica que en ningún momento disimularon. “Es verdad que no van, pero tampoco lo hacían cuando estábamos en el CETI”, declararon. Algunas de las razones que esgrimen es que, dada la distancia entre el centro del Jaral o la Plaza y los colegios, tenían que levantar excesivamente temprano a los niños para coger el autobús.
La comunidad siria asentada frente a la Delegación del Gobierno desgranó los motivos por los cuales abandonaron el CETI pese a que tenían las necesidades cubiertas en sus instalaciones: “Por la sobreocupación; el miedo a las enfermedades; los niños se topan con otros residentes adultos desnudos; y las familias quedan separadas desde el ingreso”. El colectivo sopesó si sería adecuado su alojamiento en un lugar como el CETI pero concebido para familias.
Por su parte, Mabel Deu, consejera de Educación, Cultura y Deporte, aseguró ayer en declaraciones a los periodistas que el campamento sirio “no va a entorpecer” la celebración de la Feria del Libro que se instala en la Plaza de los Reyes desde ayer. La titular del área responsable de este acontecimiento cultural indicó que las tiendas de campaña se encuentran en un flanco donde no está proyectada la instalación de los stands.
En cuanto a la limpieza de la Plaza, Trace continúa cumpliendo regularmente con el baldeo de la zona colindante con la Iglesia de San Francisco. Los sirios colaboran moviendo las casetas tipo iglú mientras los operarios trabajan.