El sacrificio dura. Para algunos más que para otros. En Ceuta, la Pascua Musulmana refleja quién se ocupa de ciertas actividades y de determinados quehaceres que llegan a paralizar ciertos sectores y una parte muy importante de la cotidianeidad ceutí. Tintado de rojo en el calendario local por primera vez en la historia el pasado año, la Fiesta del Borrego es una de las fechas que marcan y recuerdan que los musulmanes son una parte muy importante de la sociedad ceutí. Muchos aprovechan para pedir ahora las vacaciones en unos días que son, más que nunca, para vivirlos en familia. Y entonces, lugares que hace días eran un hervidero de personas y de movimiento, dejan de serlo más que nunca durante los días del año que menos actividad se registran. En la frontera, el lunes quedaba aún cierto movimiento tras las interminables colas de coches y de gente pasando hacia el otro lado para ir a celebrar a Marruecos estos días de fiesta. Ayer apenas iban unos pocos hacia allá y entraban en Ceuta algunos más. Nada comparado con el movimiento reflejado cualquier otro día de una semana común que desde la madrugada registraba el paso de hombres y mujeres transfronterizos que acuden a Ceuta a trabajar, la mayor parte de ellos en el servicio doméstico o en el sector servicios.
“Hasta la próxima semana no se retomará la normalidad, esto está demasiado tranquilo”, explicaba un barrendero que repasaba una acera que parecía más limpia que nunca, sin cartonajes ni desperdicios. Los intercambios comerciales y las ventas del Tarajal, apenas registran actividad y no hay ni rastro de porteadores en las pequeñas colinas que rodean el paso del Biutz.
La actividad académica continúa, pero en los colegios que tienen mayoría de alumnos musulmanes en las aulas la fiesta del pasado lunes se prolonga para la mayor parte del alumnado a tres días como mínimo. “El jueves esperamos poder tener las clases más llenas aunque muchos no vendrán hasta la próxima semana”, explicaba la directora del Príncipe Felipe, África Barreiro, que ayer había recibido tan sólo a cinco de los 513 alumnos matriculados. La ausencia del alumnado una semana más de lo previsto repercute negativamente en el avance académico pero el profesorado poco puede hacer al respecto. “Lo comunicamos a los padres pero finalmente si ellos deciden no traer al colegio a los niños poco podemos hacer”, lamenta. Como en este colegio, muchos de la Ciudad. En el mercado central, por ejemplo, los ceutíes que decidían acercarse a realizar las compras, lamentaban que muchos puestos estuvieran cerrados y que el pescado más fresco fuera del sábado. “Es una fiesta y hay que entenderlo pero que entiendan que nos dejan colgados”, dicen.
EN EL MERCADO
Puestos cerrados por vacaciones. El mercado central registra actividad, pero en algunas plantas el cierre de comercios deja a los ceutíes prácticamente a expensas de lo que finalmente decidan los propios comerciantes. Es especialmente llamativo el cierre de puestos en la zona de la frutería y en pescadería. “Lo que queda es del sábado y hasta que no vuelvan... esperemos que mañana abra alguno ya”, explican varias ceutíes que acuden a comprar pescado y se quedan con las ganas. “La fruta viene también de allí la mayor parte y aunque hay dos o tres puestos abiertos, la mayoría cierran toda la semana”. Los comerciantes que abren, venden más que en un día común y lo saben. “La gente tiene que comer, no va a quedarse sin comprar...”. Entre los compradores, diversidad de opiniones. Los más críticos dicen que “ya quitamos la fiesta del Día de Ceuta para dársela al borrego así que con un día es suficiente, no está bien que paralicen la venta una semana”. Otros explican que “es una fiesta que hay que respetar, pero también que respeten a los clientes”. El mercado, en general, se nota que es fiesta.
EN LOS COLEGIOS
En el Príncipe Felipe asistieron tan sólo cinco niños a las clases. Los centros escolares ceutíes viven esta festividad de forma diferente atendiendo al perfil del alumnado que agrupan en sus aulas. En el colegio Príncipe Felipe, tan sólo cinco niños (tres cristianos y dos musulmanes) asistieron al centro del más de medio millar de estudiantes matriculados. Los profesores les dieron clases de refuerzo de diversas materias. El claustro está acostumbrado cada año a encontrarse con este panorama a pesar de que da instrucciones a los padres y les explica que prolongar la fiesta tantos días retrasa el avance académico de los alumnos. Se ha instaurado ya un día de fiesta local, pero la mayor parte de los estudiantes musulmanes faltan. También algunos cristianos aprovechando la coyuntura. El jueves se espera el regreso de la mayor parte del alumnado. aunque muchos aprovechan toda la semana para pasar en Marruecos la fiesta.
en la frontera
El barrendero...y poco más. Son los días más tranquilos y que menos paso registran durante el año. Las colas de portadores han desaparecido, las naves del Tarajal están prácticamente cerradas y en el paso fronterizo no hay colas para coger el autobús, para pasar a uno y otro lado, para cambiar dinero, atascos de vehículos... Mientras que los días pasados las filas de coches hacían el tráfico rodado muy lento debido a la gente que pasaba a Marruecos para celebrar estos días junto a sus seres queridos, ahora todo es fluido. La normalidad se recuperará la próxima semana.
EN LA almadraba
La vida en esta barriada parece paralizada. Los comercios cerrados, las cafeterías y la célebre pastelería que ocasiona atascos de tráfico al estacionar los vehículos en doble fila para realizar sus compras. El tráfico es fluido, pero la actividad comercial y económica prácticamente inexistente