-Una protesta de varios inmigrantes a los que se quieren llevar después de cuatro años en Ceuta. Y venimos aquí para encender una vela y simbolizar que les apoyamos para que no se los lleven después de tanto tiempo. -¿Y por qué lo hacen mamá? Qué crueldad”.
Este es parte del diálogo real que mantenían ayer tarde, a las puertas de la iglesia de África, una madre y su hija. La progenitora intentaba explicar a su hija de unos 9 años la situación enquistada en que se encuentran los últimos 20 indios que continúan en Ceuta y que iniciaron, hace ya cuatro años, una protesta para que no se los llevaran a la India. La pequeña, a sus nueve años, ve más allá de lo que puede un político. El Gobierno les prometió una salida digna a una problemática que la propia institución había creado al ralentizar en el tiempo la salida a su situación. La promesa se cumplió para todos menos para veinte: los que hoy quedan en el CETI, al que regresaron el pasado diciembre, y los que sienten la amenaza de la deportación después de que recibieran la visita de diplomáticos de la India para identificarles y nadie pudiera confirmarles que se preparaba su pronta deportación a un país que dejaron hace siete años.
“Llevamos en Ceuta cuatro años pero más de la mitad hemos estado en el monte intentando que el Gobierno diera una solución a nuestra situación. Si todos los que somos ‘ilegales’ en España debemos ser repatriados a nuestros países, ¿por qué no nos devolvieron cuando entramos? Ahora después de tantos años en la ciudad y tras ver como nuestros compañeros han ido saliendo a la península, las salidas se han paralizado y parece que vamos a ser deportados a la India”, lamentan.
Tras las figuras de estos 20 indios hay muchas historias: las de hombres dispuestos a trabajar, que de hecho ya lo están haciendo en Ceuta contando con el respaldo de muchos comerciantes que incluso han querido contratarles sin éxito, al no estar empadronados ni permitírseles cumplir con este trámite. Ahora el colectivo quiere que toda Ceuta conozca su historia por eso ayer salieron a la calle y se sentaron a las puertas de la iglesia de África para hablar con todo el que quiera acercarse. Sólo quieren el apoyo que se simbolizará con la colocación de una vela encendida a sus país. Ayer la entrada del templo se cubrió de luces. Hoy también puede conseguirse ya que desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche estarán en la iglesia esperando esa luz de cada familia.
-“Qué lástima de gentes. Nadie se acuerda que familiares nuestros fueron a Alemania como inmigrantes... No se los pueden llevar así”, indicaba otra mujer tras encender su vela, reflejo simbólico contra una deportación que a todos resulta injusta.
Comunicado: solidaridad con el colectivo
Contra la expulsión de los 20 indios del monte
La Asociación Elin, con sede en Ceuta, está viviendo estos días con honda preocupación la tensión inhumana que viven veinte jóvenes indios que se encuentran actualmente internados en el CETI de esta Ciudad Autónoma en la que viven desde hace casi cuatro años, ya que a pesar de las promesas de la dirección de trasladarlos a la Península si abandonaban el monte y regresaban al CETI, las promesas no se han cumplido. Hace unos días se han entrevistado con ellos funcionarios de su Embajada, así como del Ministerio del Interior español, con lo que ahora se teme la ejecución inminente de la orden de expulsión.
Los jóvenes que tienen entre 20-30 años, en estos cuatro años han demostrado adaptarse a Ceuta: la mayor parte de ellos tienen ofertas de trabajo en firme, ya que progresivamente han sido valorados por la vecindad; pero ante la imposibilidad de empadronarse, no pueden tener acceso al permiso de residencia y trabajo. Ellos forman parte de un grupo de más de 50 jóvenes indios que un año atrás, desesperados y con miedo a la expulsión, acamparon durante muchos meses en el Monte del Renegado y reivindicaron pacíficamente sus derechos; El resultado fue el traslado a la península de la mayor parte de ellos.
Elin, dedicada a defender los derechos humanos de los inmigrantes, pedimos a las autoridades la suspensión de la expulsión y la concesión de la regularización y el paso a la Península de estos veinte jóvenes indios, esencialmente bajo el supuesto del arraigo que la ley contempla, a fin de que puedan buscar y aceptar ofertas de trabajo y así cumplir con los requisitos para quedarse en el país.
El arraigo comprobado y también las razones humanitarias, exigen una acción rápida; hace ya demasiado tiempo que estos jóvenes están en una incertidumbre inestabilizadora e inhumana.