Una interpelación presentada por Caballas para conocer el volumen de facturas pendientes de consignación presupuestaria sirvió para que la Ciudad reconociera la existencia de casi 6 millones en lo que va de año.
De ese volumen, figuraría algo más de un millón correspondiente a la sociedad municipal Emvicesa y el resto es producto de contratos mantenidos con grandes empresas o entidades como el Colegio de Aduanas o Atlas además de Correos o quienes prestan el servicio de catering a los menores acogidos en los centros de la Ciudad.
El concejal de Caballas, Juan Luis Aróstegui, lamentó que vuelva a incurrirse en los mismos fallos del pasado, poniendo encima de la mesa el “agujero negro” sin “responsables” con el que se topó el Ejecutivo el pasado año al tener que hacer frente al pago de 80 millones de euros fruto de facturas que no habían sido consignadas. Un “agujero” que forzó la necesidad de echar mano del Plan de Ajuste de Pago a Proveedores, sin que hasta la fecha se hayan adoptado responsabilidades. “Esto es un pecado político”, denunció.
En el agrio debate mantenido entre Aróstegui y el popular Emilio Carreira, consejero de Economía y Hacienda, sobre este asunto se denunció que la Ciudad lleva cuatro años pagando el recibo de la luz a la planta de transferencia que gestiona Urbaser, cuando el pliego de condiciones deja claro que ese consumo debería abonarlo la empresa. “Pero resulta que lo hace el Ayuntamiento, sin consignación presupuestaria”, aclaró, encuadrando este ejemplo en lo que definió como clara política de “descontrol y desorden”. “Las facturas sin consignación descontrolan el presupuesto... Los boquetes no hay que producirlos pero si alguien los hace habría que sancionarle”, criticó el concejal.
Volvía a sonar el nombre de Urbaser y volvía a volver el riesgo de caldear el ambiente cuando Aróstegui recordó que ejemplos como el citado se hilan con los “enriquecimientos injustos como los de Urbaser... que empiezan a ser cantinela habitual”, espetó.
Carreira recordó a los presentes que lo que sucedió en su día con estas facturas se arregló, rechazando del debate términos como el de “catástrofe” del que echaría mano la coalición en su debate.