Opinión

La desfachatez política

La reciente obra del destacado politólogo Ignacio Sanchez-Cuenca “La desfachatez Intelectual” critica la falta de información y el opinionismo  de un nutrido grupos de intelectuales de renombre. No le falta razón al politólogo en las posturas exageradas de literatos y ensayistas que, a falta de análisis rigurosos y opiniones razonadas, encuentran en la lacerante crítica una forma de cultivar su personalidad y constituirse en referencia para los demás. El ensanchamiento de los egos de encumbrados escritores les puede hacer perder cierto sentido de su propia realidad y de sus múltiples carencias de criterio para opinar sobre cualquier asunto. Cierto es que la indignación que provoca en el sujeto intelectual ciertas situaciones que jalonan la política española desde el inicio de la democracia genera tensiones que deben liberarse a través de la pluma y la opinión. Pero el ego, fuera de los controles necesarios de la propia conciencia, es enemigo del ser humano y lo lleva directamente a una siniestra deriva de autoafirmación enfermiza.

Provoca una inflamación intelectual tonta y vana que no tiene sentido en un mundo donde la información fluye de una manera tan exagerada que nos convierte a todos en ignorantes de muchos temas. Cualquiera puede ser un buen escritor y descolgarse en la prensa o en cualquier tertulia radiofónica con discursos que carecen de posición fundada sobre algún asunto. De la misma, manera se puede ir mucho más lejos llevado por los sentimientos de impotencia y actuar como un matón verbal ante ciertas situaciones que promueve la actual forma de hacer política. Sin embargo, son el buen sentido y la sensatez las mejores defensas con las que nos podemos proteger ante nuestros propios excesos, pero sin permitir que mate la indignación que sentimos frente a los desmanes del poder político. Conviene recordar, no obstante, que si existe la desfachatez intelectual, no menos evidente es la presencia constante de la desfachatez política, que es el título del artículo de hoy. Bien es conocida, por quienes nos siguen más o menos con frecuencia, nuestra postura sobre la democracia avanzada y la participación ciudadana libre y corresponsable. Ejemplos de participación y colaboración con el ayuntamiento hemos dado sobradamente y una prueba de ello son la Agenda 21 local y su plan de acción. Ambos documentos se realizaron durante el mandato de dos mujeres al frente de la Consejería de Medioambiente (Carolina Pérez y Yolanda Bel). Curiosamente, para avanzar o regresar en nuestra relación hemos dependido de la personalidad y preparación moral e intelectual de la persona responsable del área de medioambiente; dos mujeres que entendieron que la colaboración era necesaria y buena para el progreso de Ceuta frente a dos hombres, uno que no estuvo a la altura (Gregorio Castañeda) y otro que no parece que tenga la menor intención de estarlo (Emilio Carreira). Desde nuestra perspectiva son las querencias (buenas o malas) las que están motivando que el actual responsable público de medioambiente margine a  personas y colectivos.

Tendría un punto pueril que alguien se plantee la política como un ejercicio de simpatías y antipatías y no valore a las personas por lo que pueden aportar a su localidad. Tampoco se termina comprendiendo que se precipite a una persona a ocupar un cargo en la difícil cuestión de medioambiente sin estar en posesión de una mínima preparación que permita situar los intereses generales por encima de sentimientos viscerales. Tristemente esto ha sucedido y está sucediendo en la actualidad en el ayuntamiento ceutí, donde la persona que ocupa la responsabilidad de la gestión del medioambiente en la ciudad nos muestra una mala querencia, pública y notoria. Es evidente que el actual alcalde del Partido Popular, señor Juan Vivas, no toma en suficiente consideración la labor de las asociaciones en defensa de la naturaleza y  la conservación del patrimonio, y por ello entendemos que inexorablemente se presta a nombrar personas altamente inapropiadas para ocupar cargos dónde los colectivos de ciudadanos son habituales y se necesita diálogo y colaboración. Una persona como el señor Vivas, con tanta fama de ser moderado y conciliador, no parece que pueda compatibilizar con la personalidad del actual cargo de medioambiente, que practica el matonismo verbal desde la tribuna del poder municipal contra “las perversas y corruptas asociaciones en defensa de la naturaleza”. Últimamente, y ante nuestra oposición pública a sus proyectos de obras en el litoral, se está limitando a tildarnos de vanidosos con una taimada forma de llamarnos “dioses del medioambiente”. Extrañas serán las razones para mantener una persona de estas características en política activa y que ostente tanto poder aparente para tener apartados al grupo de ciudadanos críticos, pero también trabajadores y colaboradores, con sus exabruptos y desprecios constantes.

Da la sensación de que todo le da igual mientras consiga sus objetivos de obras en el litoral y no tenga que dialogar con nosotros. Su adicción al poder está tan clara como sus hirientes comentarios en relación a nuestro supuesto narcisismo y endiosamiento, que quizás nos dejan entrever un poso de complejo sin superar por su falta de preparación y estudios. Para nosotros, la falta de estudios universitarios nunca ha sido un problema ni lo hemos utilizado para criticar a nadie de los diferentes gobiernos municipales del señor Vivas, sin embargo, las actitudes sí que son recriminables y entendemos que hasta ahora las de este señor han sido censurables.

Marginar a los que nos caen mal porque no nos gustan sus opiniones es pervertir el mandato de las urnas, que se ha prestado no para ostentar un poder omnívoro sino para gestionar de acuerdo con todos o con la mayor parte, y desde luego no para imponer criterios o caprichos de megalómano. En el importante e inquietante asunto del alga invasora que ha afectado a nuestros fondos marinos y playas de la bahía norte no ha tenido interés en conocer de primera mano nuestras opiniones y tampoco desea colaborar y además lo ha expresado públicamente sin pestañear. Entendemos que en un asunto como este de las algas, la colaboración entre todos es un fin deseable y necesario. Lo que nos parece exagerado y de una gran desfachatez política es negarnos el propio derecho a participar en la gestión de un asunto en el que tenemos mucha información y es importante para nuestro medio marino. Como es seguro que también habremos cometido errores en nuestras intervenciones públicas y hemos participado en el intercambio de adjetivos le decimos públicamente que estamos dispuestos a dejar de lado lo pasado y a sentarnos con usted, señor Carreiras, a colaborar en este asunto y en otros que tengan que ver con el medioambiente de nuestro territorio. Aquí está nuestra solicitud de diálogo que volveremos a reiterar en la próxima rueda de prensa que demos a colación de este asunto de las algas invasoras en el que seguimos trabajando en colaboración con el Museo del Mar. Esperemos que esta vez su respuesta sea menos abrupta y ofrezca un tono conciliador por el bien de la ciudad que tanto le importa y que mantiene viva la llama de su vocación política.

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