En el pleno celebrado el martes en el salón de sesiones del Palacio autonómico, desde la bancada del PSOE y más en concreto por boca del secretario general de los socialistas se jugó a la demagogia cuando este inició un discurso con el que afirmaba que la obra de La Marina era una obra para Ceuta y para el centro, y que no creía en esa dicotomía entre centro y periferia. Pero no tardó ni dos minutos en acusar al equipo de Gobierno en no invertir nunca una cantidad parecida a la de La Marina en una barriada de nuestra ciudad con la idea de transformarla. Y así, por ejemplo, puso el nombre del Príncipe Alfonso. Existían numerosos argumentos a la hora de la contestación, que a buen seguro que se los habría rebatido la consejera Román, pero se quedó sin turno de palabra. Porque para hablar de invertir dinero en el Príncipe Alfonso desde la bancada socialista mejor mirar antes hacia otro lado. A estas alturas nos tendríamos que preguntar quién fue el Gobierno que engañó a los vecinos de esta barriada prometiéndoles una inversión de dieciocho millones de euros para abastecimiento, saneamiento y pluviales, anunciándola a bombo y platillo en más de una ocasión para que, al final, cuando llegó el Gobierno del Partido Popular en diciembre de 2011 encontrarse que ni había proyectos, ni consignación presupuestaria. Aquello fue una auténtica venta de humo.
Siguiendo con el hilo argumental de la posición socialista sobre La Marina, cabe destacar que como nos encontramos ante un partido que no tiene dirección ni planteamientos conjuntos, en el que un miembro de la Ejecutiva dice una cosa y su secretario general otra distinta, los simpatizantes no saben ni cual es la carta con la que se tienen que quedar. Así, se da la circunstancia de que mientras el pasado lunes la secretaria de Medio Ambiente y Sostenibilidad, Nuria Miaja, fue durísima contra el proyecto de La Marina llamando insensato al presidente de la Ciudad; Carracao, en el pleno, intentó tirar por el camino de en medio, cuestionando solo el momento de la inversión. Aquí las variantes de este partido llaman demasiado la atención, hasta el punto de que parece que quien dirige las pautas que hay que seguir resopla según sus conveniencias personales.