Recientemente he tenido ocasión de asistir a una boda. Los novios llevaban ya cerca de siete años viviendo juntos pero a la “novia” se le ocurrió que quería vestir de blanco, porque según ella “sus padres son muy tradicionales”. Cuando expreso mi extrañeza por querer casarse después de siete años viviendo juntos al ser ya pareja de hecho, las razones que me dan me abruman. Unos dicen que “siempre es bueno una ceremonia para que haya testigos” otras dicen que “así se podrán tener hijos sin problemas”, otras dicen que “es ilusión de toda mujer casarse de blanco” etc. Cuando sigo diciendo que por qué no lo hicieron hace siete años, los argumentos son, si cabe, más consistentes: “¿pero cómo se iban a conocer entonces?”, mujer pues por los años de noviazgo, ¿o es que se fueron a vivir juntos sin conocerse? “Pero no es lo mismo”, o “qué antiguo eres”.
La ceremonia es muy parecida a las que ya hemos visto en muchas películas americanas. Todo se desarrolla en un hotel. Se construye un arco florido, debajo se coloca una mesa y enfrente dos filas de butacas para los invitados, dejando un pasillo central por donde aparecerá la “novia”. El novio ya espera “impaciente”. La novia entra del brazo del padre mientras suena una música que me encanta: “Take five”. Nada de Patchebel, Albinoni o Bach, estaría bueno con lo modernos que somos. El “oficiante” es un amigo de la familia que simplemente pregunta a los “novios” si se ratifican en lo firmado en la mañana de la boda ante el Registro Civil, a lo que los “novios” contestan afirmativamente. Como el acto no dura lo que una ceremonia “tradicional”, los novios han pedido con antelación a sus amigos que digan “unas palabritas”. Al no estar acostumbrados a hablar en público, uno se pone nervioso, el viento le deja sin cuartillas y apenas puede decir algo coherente, otra habla poco bien y emociona a sus amigas, otro aburre.
Llega el cocktail , estupendo, que dura casi hasta el día siguiente cuando empieza la cena, pero me siento donde creo que es mi lugar sin tener en cuenta que hay varios nombres parecidos al mío. En la mesa, se habla del tema del día, los “novios” no van a Cataluña si no a Canadá. A mi lado y a mi derecha, alguien que enseguida se identifica como “podemita” me apunta y me dispara las tonterías de siempre ya que según él lo democrático es el derecho a decidir de los catalanes, a lo que le indico que la soberanía reside en el pueblo español en su conjunto, lo que le deja pensativo si es que ello es posible. También indica que los “podemitas” desprecian la bandera de España porque esa bandera era la de Franco. Cuando le digo que la bandera de España data de la época de Carlos III y que los colores se pensaron para poder distinguir los buques de la Armada españoles, se extraña porque aunque está retirado (antes fue auxiliar de vuelo), está en 4º curso de Historia y en su facultad, nadie se lo ha dicho. La última de sus ocurrencias consiste en estar de acuerdo con los “okupas” porque hay personas que tienen varias casa vacías, la suya por cierto ni tocarla. A partir de entonces solo hablo con la persona que tengo a mi izquierda.
El de la izquierda, habla de Irma, no la Dulce sino la del huracán que al tocar Cuba giró a la derecha unos 90 grados y se fue a Miami donde destruyó todo lo que pudo. El del huracán, el de mi izquierda, a continuación lo liga con lo que él denomina “tsunami catalán”, que no te deja pensar más que en el nacimiento, crecimiento, desarrollo y espera que disolución de este golpe de estado realizado por unos necios traidores. Pero este “tsunami” sí se esperaba, le contesto, no ha cambiado de rumbo como ha hecho Irma. Sí, pero el Gobierno se amparará en la Justicia y enseguida todo se terminará. Lo que no entiendo, sigue diciendo, es la relación de la Diada con el Rafael Casanova i Comes, ya que era una guerra de sucesión entre dos personajes que querían ocupar el trono español, uno de la Casa de Austria y otro de la Casa de Borbón. Ganó el Borbón y Felipe V fue el primer Borbón. ¿Hubiera sido mejor un Austria que un Borbón?, pues mire usted, no lo sé. Posiblemente Gibraltar seria español. Los primeros Austrias fueron muy buenos, los Borbones, casi ninguno, tal vez pudiera salvarse Carlos III. En cuanto a Rafael Casanova, murió en su cama después de defender a España, nunca a Cataluña, y ejerciendo de Abogado, le digo al de mi izquierda. Felipe V instauró los Decretos de nueva Planta para librar España de los privilegios de las regiones. Siguiendo el ejemplo francés ya que su abuelo Luis XIV había conseguido una unidad muy superior al resto de las monarquías europeas y no deseaba un conglomerado de reinos, típico de los Austrias, quedaron abolidas las leyes e instituciones propias del Reino de Valencia, del Reino de Aragón, del Principado de Cataluña y del Reino de Mallorca .La organización jurídica y administrativa de Castilla también fue renovada. Felipe V escribió “he juzgado conveniente (así por esto como por mi deseo de reducir todos mis reinos de España a la uniformidad de las mismas leyes y usos, costumbres y Tribunales, gobernándose igualmente todos por las leyes de Castilla tan loables y plausibles en todo el Universo) abolir y derogar enteramente, como desde luego doy por abolidos y derogados, todos los referidos fueros, privilegios práctica y costumbre hasta aquí observadas en los reinos de Aragón, Valencia…”
En Cataluña, se abolieron las Cortes y el Consejo del Ciento, se sustituyó al virrey por un capitán general y se dividió Cataluña en doce corregidurías, como Castilla. Se prohibieron los somatenes o milicias populares armadas de Cataluña y Aragón, el castellano, ahora español, sustituyó al latín como lengua oficial de la Audiencia.
Los novios se acercan a saludarnos y a entregar, aunque no se espera, un regalo a los invitados, se saluda con efusividad, se les da las gracias y se les desea buen viaje a Canadá.
Mi compañero de la izquierda sigue con el dale que dale de no entender el porqué Rafael Casanova i Comes es un héroe para los independentistas. ¿Por ser partidario del archiduque Carlos de Austria al ser la máxima autoridad política y militar de Barcelona y estar en contra de Felipe V? Pues no se entiende. ¿Porque fue herido en la batalla final del 11 de Septiembre de 1714? Pues tampoco se entiende ya que cayó herido al defender sus ideas que eran preferir otro rey para España distinto del Borbón Felipe V, y fue exonerado de sus cargos políticos y militares por el perdón real, volviendo a ejercer la abogacía como ya he repetido hasta poco antes de su muerte, por lo que fue un austracista como otro cualquiera. Sin embargo, el independentismo necesitado de figuras, sorprendentemente elige a uno que amaba a España. La ciudad de Barcelona le dedicó una calle y una estatua que fue retirada en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera y de Franco. La estatua tampoco tiene nada que ver con la trayectoria del austracista ya que parece una persona casi moribunda, lo que no fue en ese momento Casanova. Claro que a los independentistas poco les importa porque ya lo han llevado a sus altares, se emocionan los 11 de Septiembre y declaran ese día la Diada Nacional. Yo tampoco sé que se celebra ni porqué se celebra.
Los novios levantan su copa y con ellos todos los invitados bebiendo un poco de cava, curiosamente catalán, lo que hace que en poco tiempo de nuevo me vuelva a interpelar mi vecino de la izquierda.
Afortunadamente los novios invitan al baile y comienzan con la consabida canción hortera “Que viva España”, yo me reservo para la siguiente que es una cubana y poco a poco finalizo la noche. Verdaderamente, esta vez y en este baile, no he echado de menos ninguna sardana. ¡Vivan los novios!