Han pasado muchos años desde que cerró la discoteca Rives Club. Una discoteca con un ambiente familiar donde se podía disfrutar de buena música. Fue durante décadas punto de encuentro y reunión de muchos ceutíes. Eran otros tiempos, donde los empresarios no necesitaban de un portero musculoso para disuadir a los ‘metepatas’, así es como llamaban a los que intentaban romper la armonía y el buen ambiente en el local.
En el Rives Club se daban unas circunstancias especiales que hacían de la discoteca un lugar muy acogedor. En primer lugar, los dueños Julio y Antonio eran muy buenas personas y unos empresarios ejemplares que fomentaban el buen ambiente laboral entre los trabajadores y este buen ambiente se trasladaba a los clientes que pasaban a ser amigos.
"Julio y Antonio son un ejemplo de buenas personas y de buenos empresarios, porque para ser un buen empresario, médico, periodista o guardia civil hay que ser buena persona"
El resultado de esa especial armonía llevó a Julio y Antonio a organizar la despedida del año para disfrute de amigos y clientes. Era la década de los setenta y sin proponérselo fueron los pioneros en organizar el fin de año en establecimientos de este tipo. Después comenzaron otros locales y en la actualidad es uno de los eventos más importantes del año para cualquier local de ocio.
Una de las fotos corresponde a una final de balonmano entre el Rives Club y el O’Donnell. La época dorada del balonmano de Ceuta. Era una liga muy competitiva que provocaba una dura pugna entre los equipos y ambiente muy bonito en los días previos al partido.
En esta ocasión estaba en juego una liga y una paella para jugadores y seguidores, donde la camaradería y el buen ambiente imperaba entre todos. Entre los jugadores había un grupo de maestros, policías, militares y ceutíes clientes del club. Ese día lo recuerdo como un día especial donde se disfrutó del balonmano y se pasó un buen rato de diversión.
Y todo este recuerdo a la discoteca Rives Club y a sus dueños Julio y Antonio viene a colación, porque uno de sus trabajadores me decía de ambos, que nunca tuvo unos jefes tan buenas personas, humanos y simpáticos. Y en eso coincidimos los dos y más que los dos todas las personas que trabajaron con ellos en el Rives club o en su tienda en la estación marítima. Julio y Antonio son un ejemplo de buenas personas y de buenos empresarios, porque para ser un buen empresario, médico, periodista o guardia civil hay que ser buena persona.
Sin este requisito es imposible, como imposible es que la gente te recuerde con el cariño y consideración que todos recordamos a estas dos personas tan maravillosas y ejemplares.