En diciembre de 2018, la Policía Judicial de la Guardia Civil de Ceuta puso el punto y final a las investigaciones que había desarrollado en torno a la introducción de cocaína en Marruecos, usando a nuestra ciudad como trampolín para ese pase ayudándose de personas que portarían la mercancía en diversas cantidades desde Granada. Casi un año después cuatro personas se sientan en el banquillo de los acusados para responder ante el tribunal de la Sección VI de la Audiencia de un delito de tráfico de drogas que causan grave daño a la salud, al tratarse de cocaína.
Ayer tuvo lugar la primera de las dos sesiones de juicio oral, en la que declararon los cuatro acusados, todos marroquíes y en prisión preventiva desde que fueron arrestados. Uno de ellos, A.F., se mantiene solo ante el peligro. Él es el joven a quien la Guardia Civil detuvo en el puerto en octubre del año pasado cuando desembarcaba con un coche cargado de enseres y 90 gramos de cocaína dentro de una caja de galletas. Desde su arresto mantuvo que esa droga se la había entregado N.L., acusado que junto a su hermano, H.L., estarían detrás de ese negocio de tráfico de drogas. Los acusó en instrucción y, después, los reconoció fotográficamente posibilitando así el inicio de una investigación que llevó a la detención en una vivienda de Las Gabias, en Granada, de los otros tres acusados: los dos hermanos y un amigo. En el registro que llevó a cabo la Benemérita en esa vivienda no encontraron lo que buscaban: cocaína, pero sí un kilo de hachís, una libreta con anotaciones y una balanza, además de dinero.
Misma declaración
En la primera de las sesiones de juicio oral celebrada, este joven mantuvo esa misma declaración, basada en la inexistencia de rencor alguno para acusar en falso y en la identificación plena y continuada de los dos hermanos como los implicados en esa entrega de cocaína que debía trasladar a Marruecos. A preguntas de su Defensa, mantuvo su versión a pesar de reconocer que en prisión ha sufrido amenazas y ofrecimiento de dinero para variar sus manifestaciones, algo a lo que se opone.
El joven declaró que sabía que llevaba droga en el coche pero no dónde ni la cantidad exacta. En las investigaciones que llevó a cabo la Policía Judicial de la Guardia Civil contó con mensajería telefónica que se intercambió entre los acusados para sustentar la existencia de ese negocio.
Los dos hermanos negaron dedicarse al tráfico de cocaína aunque sí se confesaron consumidores de dicha droga. N.L. negó haberle dado a A.F. 90 gramos de cocaína para llevar a Marruecos, aunque sí dijo que le había dado 2 gramos para que se los entregara a su hermano, residente en Tetuán, para su consumo.
“No vendo cocaína”, dijo. Sí, en cambio, reconoció esa venta pero con otro tipo de droga: hachís. Disponía de un kilo en Granada que había trasladado para ganarse la vida después de haberse quedado en paro. Trajo el hachís desde Marruecos aprovechando el regreso al vecino país para asistir al funeral de su padre.
Las intervenciones telefónicas que recogían mensajes como “quiero 30 kilos”, “tienes pienso” o “traéme 3”, que la Benemérita encuadra con este negocio, fueron excusadas por N.L. ¿Por qué entonces le acusan de traficar con cocaína? Lo atribuyó a un “descontento” por parte del denunciante por una venta de un coche que no le habría resultado beneficiosa.
Su hermano H.L. mantuvo esa versión del “descontento” e insistió en que se le había mandado 2 gramos de cocaína para consumirla en Marruecos, nunca 90. Aprovechó su declaración para acusar a A.F. de “trabajar con chocolate” y de haber estado detenido en Francia y Marruecos por estas prácticas delictivas, buscando así desvirtuar la figura de quien, con su colaboración, pudo hacer que la Benemérita desarrollara esta operación.
El cuarto acusado, un peluquero marroquí venido a España tras permanecer varios años en México, fue detenido en la casa objeto de registro en Granada en donde, dijo, estaba de manera casual. No sabía que N.L. traficara con hachís ni nunca escuchó conversaciones sobre droga durante el tiempo en el que permaneció en el hogar. De los dos hermanos sabía que se dedicaban a la compra venta de coches usados y negó que él, como sí hacía la pareja, consumiera cocaína.
Hoy tocará escuchar las declaraciones de guardias civiles que llevaron a cabo la investigación. Antes del inicio del juicio una de las Defensas pidió la nulidad de dos autos de intervenciones telefónicas y de un tercero de una entrada y registro en la vivienda, extremo que será analizado en sentencia. La Defensa consideró que se podrían haber hecho otras diligencias antes de pedir una medida tan excepcional.
Sobre la nacionalidad y las vueltas de tuerca permitidas
La obtención de la nacionalidad española por residencia lleva al cumplimiento de una serie de exigencias que en ocasiones o no se controlan como se debiera o simplemente son pasadas por alto, dando lugar a casos llamativos para quienes todavía consideran que el sistema funciona. A los casos de nacionalizados que no saben siquiera hablar correctamente español se suman otros casos de individuos que declaran abiertamente no residir en España pero, en cambio, estar cumpliendo con los trámites de la nacionalidad. Uno de los acusados en esta causa declaró ayer que la Guardia Civil le detuvo en casa de su hermano, en Granada, porque se encontraba en España por trámites vinculados a la nacionalidad por residencia. Sin embargo esta persona dijo residir en Tetuán junto a su mujer e hijos. La residencia continuada, legal y permanente durante años antes de pedir esa nacionalidad es incumplida a las claras en este caso y en más similares. El dominio del idioma, algo básico para la comprensión de los derechos y deberes de un ciudadano español, también cojea en la visualización de la quiebra del sistema de control.