Ese pasado reciente, de nuestra memoria, proporciona instantes tan bonitos, que nunca se podrán olvidar.
Por eso cuando sales a la calle y coincides con alguien que haya estado dentro de esos instantes, son bien recibidos.
La dialéctica sobre lo ya vividos produce abrir un camino hacia esos episodios de nuestro pasado, que muchas veces deseamos recordar pero que no lo hacemos por nuestros quehaceres cotidianos, que nos hacen frenar y solo mirar en el futuro.
Pero buscar en eso vivido, por ambos, en los lugares, momentos, y días precisos, hacen que nuestro cerebro busque en esos recuerdos un nuevo estímulo de felicidad ya que seguro que serán una serie de escenas que nunca más la podremos revivir, a no ser que fuera con esa ayuda necesaria, de un buen amigo y compañero.
Muchos gestos he presenciado, cuando este querido hombre, que no sólo lo digo yo sino con todos los que me cruz,o y coincidimos en hablar de esta persona.
Ayer me crucé con él y aunque le costó, me confesó una cosa desagradable, le tenían que intervenir en un hospital de Málaga, más concretamente en el Ángel, por tener un problema grave de salud.
Cómo es lógico, las palabras de aliento por mi parte, eran contrarrestadas con las ganas de exteriorizar los pasos que había dado para que le tuvieran que extirpar esa cosa que le estaba produciendo una disfunción en su organismo.
Le iban a practicar la cirugía a través de cinco pequeños agujeros, más o menos, a la altura del vientre, y desde allí, con lo nuevo de la microcirugía, le sacarían esas células en mal estado, que no deben de estar dentro del organismo, de un gran amigo y compañero.
Este hombre tenía una preciosa niña, que siempre la tenía en su boca, que estaba, la pobre afectada por un mal muy malo, pero gracias a sus cuidados, la tenía dentro de un círculo tan bueno, que sus rayos de esperanzas, amabilidad y sensibilidad, la tenían dentro de unos algodones, que nadie podía hacerle el más mínimo daño.
Eran momentos donde siempre entraba en esa melancolía, que nuestra mano izquierda siempre muleteaba y hacia cambiar el rostro en un campo sembrado de felicidad
El mundo va girando, y a nuestros buenos amigos los vemos bien, poco, pero lo suficiente para decirle que todavía estamos aquí para ayudarte, darte lo mejor de nosotros, para alentarte y pensar que seguiremos viéndonos por muchos años.
Adelante querido amigo y compañero Juanito.
Nunca estarás solo, siempre estarán contigo esos buenos compañeros del pasado reciente. Un gran abrazo y a recuperarse.