Las once piezas que proyectarán el nombre de Ceuta por primera vez en la historia desde las vitrinas del Louvre viajan ya rumbo a París. Los operarios enviados desde Madrid por SIT, empresa especializada en el transporte internacional de obras de arte, invirtieron ayer algo más de horas en embalar con minuciosidad, precintar y colocar
en un camión los vestigios que narran buena parte del pasado de la ciudad entre los siglos XII y XIV. Las cuatro cajas, con elocuentes carteles de Frágil estampados en cada uno de los laterales, rodaban a última hora de la mañana hacia Madrid, última etapa antes de emprender en días el trayecto hasta la capital francesa.
Era un capítulo más en la aventura sin precedentes en la que la Consejería de Educación, Cultura y Mujer está inmersa desde hace más de un año. Fue entonces cuando el museo más prestigioso del planeta se dirigió a la Ciudad para solicitarle el préstamo de once piezas que pretendía incluir en la gran muestra Marruecos medieval. Un imperio de África a España (1147-1269), la ambiciosa exposición que alzará el telón el próximo 17 de octubre con la meta de recomponer, a través de cientos de tesoros históricos, la dimensión de las culturas almorávide, almohade y meriní. Abierta al público hasta el 19 de enero, es una de las grandes apuestas este año de la dirección del Louvre, que trata de trazar un recorrido por los vínculos comunes que compartieron las dos orillas del Estrecho de Gibraltar en tiempos en los que la Península Ibérica aún se debatía entre la Reconquista cristiana y el intento de Al-Andalus por mantener vivo el esplendor acumulado durante siglos.
Fueron los propios especialistas del museo parisino los que elaboraron en su día la lista con las peticiones. Conocían las joyas que acumulaban los almacenes de las Murallas Reales, consultaron los catálogos y marcaron en rojo las once piezas que, a su juicio, podían contribuir a resaltar en la exposición el pasado árabe de Ceuta anterior al desembarco portugués de 1415. Los objetos solicitados y autorizados por la Ciudad para emprender viaje son un brocal de pozo, una pila de abluciones o quemaperfumes; dos capiteles, dos collarinos (el elemento arquitectónico que sirve de nexo entre el fuste y el capitel de las columnas) y dos dinteles recuperados de la Madrasa (escuela coránica) Al Yadida; una jarra de loza dorada y dos cuencos de cerámica esmaltada azul cobalto.
Abrigados por varias capas de espuma sintética encajadas al milímetro alrededor de cada uno para evitar fisuras o golpes inesperados durante el desplazamiento por carretera, los objetos serán desembalados en París el 1 de octubre en presencia de José Manuel Hita, técnico del área de Museos de la Ciudad y especialista en Historia Árabe que se desplazará hasta la capital francesa para la ocasión. Ayer se encargaba de anotar los códigos de los precintos que colgaban de cada una de las cuatro cajas y que garantizan la seguridad del transporte, avalada también por la autorización temporal de exportación expedida por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
“Un orgullo”
Ana Lería, directora del área de Museos de la Ciudad, insistía ayer en los almacenes de las Murallas Reales, mientras supervisaba el proceso del traslado, en el “orgullo” que supone para Ceuta la solicitud de colaboración tramitada por el Louvre. “Hace unos ocho años ya nos pidieron una jarra para una exposición en la Alhambra, pero es la primera ocasión en la que estas piezas van a formar parte de una muestra en el Louvre y de tal magnitud”, destacaba satisfecha. No en vano, el número de objetos que aporta Ceuta está muy por encima de la contribución de buena parte del resto de ciudades españolas invitadas a participar, entre ellas Algeciras, Sevilla, Lorca, Cáceres, Cádiz, Jerez o Granada. Muchas de esas piezas han sido ya recopiladas en un almacén de Andújar (Jaén), como confirmaban los dos operarios de SIT. Las restantes las recogerán en los próximos días y llegarán a París junto a las ceutíes. Y de ahí en enero, si se confirma la pretensión del Louvre, viajarían hasta Rabat, donde se daría continuidad a la gran muestra.
“Es una manifestación del patrimonio tan rico que atesora esta ciudad”, celebraba ayer Lería. La magnitud de la cita también debería contribuir, confía, a ese anhelo ya expresado en otras ocasiones de que Ceuta cuente con un espacio expositivo permanente que narre su pasado y evite que cientos de piezas de gran valor histórico y artístico se vean obligadas a dormir desde hace décadas en almacenes y estantes, lejos de los ojos del público. “Es una pena que no estén en un espacio museístico. Algunos de estos objetos han formado parte de exposiciones, como la jarra dorada y los dos cuencos, que ya se pudieron ver en la muestra Agua, cerámica y ciudad en la Ceuta medieval [septiembre de 2011], pero luego vuelven a ser embaladas y dejan de verse”, lamenta. Lería confía en que en un futuro no muy lejano cristalice un proyecto, que asume sería “de gran envergadura”, para que esa “riqueza impresionante” que en menos de un mes podrán disfrutar los miles de visitantes del Louvre esté también al alcance diario de los ceutíes.
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