Pese a que para muchos el papel ya es un capítulo del pasado, en pleno siglo XXI todavía conserva adeptos que se niegan a enterrarlo. Entre algunos de ellos se encuentra profesiones que, muy a su pesar, deben despedirse inminentemente con las consecuencias que ello conlleve.
El sector de los Archivos es uno de las que se encuentra en vías de poner fin al proceso analógico. En concreto, a partir de octubre se pondrá en funcionamiento la Administración Digital y se presenta como un asunto que hace saltar las alarmas entre los profesionales del sector. “Los archiveros estamos preocupados, no asustados, pero sí tenemos cierta preocupación porque empezaremos a generar documentación en octubre que deberá llegar al archivo, y los historiadores de los próximos 50 años tendrán que conocer el siglo XXI sin poder hacerlo a través del papel”, señalaba la responsable del Archivo General de la Ciudad, Rocío Valriberas.
Esos retos que presenta el nuevo universo digital para los archiveros fue la temática que se abordó ayer durante las VI Jornadas Técnicas de Archivos Ceuta y Melilla que se desarrollaron en la Biblioteca Pública. A través de cinco ponencias en las que se trató el cambio a la administración electrónica, el reto de la gestión del archivo híbrido, la ciberseguridad o las metadata, profesionales tanto del sector público como del privado acercaron posturas en aras de llegar, más que a una solución, a un acercamiento de posturas y opiniones sobre cómo abordar el proceso con otras problemáticas añadidas, como lo son la escasez de recursos y personal. “Ya no solo somos las administraciones las que estamos trabajando, también hay empresas privadas que están ofreciendo sus productos y, por tanto, hemos mezclado trabajo público y privado para que entre todos analicemos la situación. No vamos a encontrar la solución pero, al menos, nos aproximaremos a la realidad del problema”, apostillaba Valriberas.
La inclusión de la informática ha cambiado la forma de concebir los instrumentos de descripción. De las fichas y documentos en papel se ha pasado a la gestión digital, un proceso imparable que abre una nueva dimensión para los archivos pero que, a su vez, genera problemas y amenazas en cuanto a ciberseguridad, preservación del formato electrónico e, incluso, conservación de documentación ciudadana en aspectos de protección de datos personales.