Hace bastantes años tuve ocasión de ver una película que llamó mucho la atención general: su título era “Las sandalias del pescador” Ayer, por la noche volví a verla gracias a un programa de la Cadena 1 de la TVE y, además del recuerdo de lo visto años atrás, me volvió a interesar mucho esa película aunque, naturalmente, tiene algunas lagunas en el planteamiento de las cuestiones. Repito que me volvió a interesar mucho su conjunto, así como la interpretación de los actores principales; es una película en la que siempre se puede aprender algo, siempre importante, y que hace pensar. Ya sé que hay quienes prefieren otros temas más ligeros pues sólo pretenden pasar un rato, sin someter a la mente a algún esfuerzo pues ya durante el día han tenido algún que otro asunto al que dedicarle toda su atención y, en definitiva, pretendían descansar medio viendo una película sin problemas; algo ligero y agradable a la vista.
En la película que he citado merece la pena atenderla porque hay bastante enseñanza para la vida de toda persona. o toques de atención si lo prefieren designar así. Uno de los protagonistas se pregunta ¿Qué llevamos en el fondo nuestro ser? Es una pregunta que, en realidad, se la hace mucha gente a sí misma porque el ser humano tiene la facultad de pensar, tanto de lo que puede llegar a ver cómo de lo que siente en sí mismo. Es el juicio del alma propia, de lo que en realidad se es, además de la profesión o actividad material que se lleve a cabo y hasta del descanso o de la vagancia que a muchos nos domina. Si lo que llevamos en el fondo de nuestro ser es la indiferencia hacia todo lo que no sea nuestro propio capricho estaremos perdiendo el tiempo y, lo que es peor, haciendo daño a los demás; a veces muy grave.
Cada persona, cualquiera que sea, está llamada a compartir su abundancia con los que nada tienen. Abundancia que no se trata solo de riquezas materiales o económicas. Es de todo lo bueno que se tiene en el fondo de nuestro ser; hay que cuidarlo con esmero aunque sea muy poquita cosa para poder dar a los demás no una basura sino algo de categoría, algo de eso que hemos ido formando en el alma porque nos lo exige el amor que se debe tener con toda aquella otra persona que sufre, que está ahogada por el infortunio o por la razón que sea y que no sabe cómo salir de esa situación. No hay nada mejor que dar de sí toda la fuerza del alma sensibilizada en el amor; no hay nadie despreciable sino gente que está esperando ese detalle - pequeño o grande - que muestre que se la está teniendo en cuenta y en primera fila.
Toda persona tiene esa responsabilidad - seria e importante - de saber qué lleva en el fondo de su ser y mayor aún es esa responsabilidad para quienes ocupan puestos de mando, dirección o gobierno en la sociedad. Todas esas personas tienen que compartir su abundancia - de mando, autoridad etc - con los que nada tienen. Se deben a estos totalmente. Si no lleva en el fondo de su ser la convicción de que ha de servir, plenamente, a los demás, a todos sin distinción y con especial esmero y cariño a los que nada tienen. está haciendo daño, a veces sumamente grave. No pueden perder el tiempo en discusiones bizantinas o que llevan una carga de interés personal; es preferible que dejen esos puestos de responsabilidad, porque no saben cual es su verdadera misión. Servir con amor a los demás.