Agentes de la Guardia Civil se hicieron en la noche del lunes con un dron que había servido para intentar introducir en la cárcel de Ceuta hachís y teléfonos móviles. Al menos es lo que se sospecha aunque por la hora en la que se produjo el movimiento -pasadas las doce de la noche- era un intento cuanto menos errático al no haber receptores posibles para la recogida.
Tal y como han confirmado fuentes consultadas por El Faro de Ceuta, los componentes del Instituto Armado pudieron hacerse con el elevador cuando se precipitó al vacío, así como recuperar dos cargas de hachís que alcanzaron un total estimado de 600 gramos y tres teléfonos móviles de pequeño tamaño que cayeron en un vial de la prisión donde normalmente no hay internos. El narcodrón había realizado dos viajes y fue en el segundo cuando se interceptó, impidiéndose que la droga y los teléfonos pudieran llegar a manos de internos de la cárcel de Mendizábal.
A pesar de las operaciones que ha realizado el Instituto Armado contra este negocio, las pequeñas redes que buscan sortear el cierre de la frontera se nutren de estos aparatos para seguir introduciendo droga en Ceuta y sacar pastillas a Marruecos. Ya en la ciudad, se emplean los narcodrones para otros fines como, así ha sucedido en el caso de marras, introducir hachís y móviles por encargo a alguno de los internos.
Ya en febrero de 2021, fruto de las investigaciones que dieron pie a la operación Rond-Hornet, los investigadores de la Guardia Civil pudieron conocer el interés de los delincuentes por colar cargamentos de droga y teléfonos en la prisión.
La cárcel de Mendizábal fue objetivo de esos movimientos delictivos, intentando hacer llegar mercancía prohibida para determinados presos. Los investigadores tuvieron conocimiento de esas intentonas y la propia penitenciaría extremó, desde diciembre de 2020, sus medidas de seguridad para evitar la introducción de hachís, pastillas y teléfonos móviles. No solo se reforzó la seguridad en el exterior ejercida por la Guardia Civil, sino también dentro de las propias instalaciones carcelarias, incrementándose la vigilancia sobre todo por las noches para evitar los acercamientos de los drones cargados.
Quienes manejan los drones pueden dejar la mercancía bien en los patios o incluso en las ventanas de las propias celdas. La dirección de la cárcel tuvo que reorientar incluso las cámaras del circuito de televisión de la penitenciaría.