Sin fecha para la vuelta del porteo por el ‘Tarajal II’, único paso habilitado para el tráfico de mercancías, la frontera de Ceuta se convierte en objeto de control permanente por parte de la Guardia Civil, en el intento de impedir salidas
de porteadoras por el tubo. En esas labores, desde el pasado jueves, están colaborando cinco vigilantes de seguridad aportados por la comunidad Fase II del polígono. Su misión es controlar la salida de personas de nuestra ciudad a Marruecos, evitando el filtro de porteadores ante la negativa del vecino país de aceptar, de momento, cualquier tipo de tránsito. Hay quienes al saber que perderán su mercancía, se apostan en la playa o en las inmediaciones del entorno fronterizo, buscando así el momento propicio para salir. De no conseguirlo, intentarán quedarse en Ceuta con esa mercancía para intentar la marcha en otro momento. Su vida está orientada a sacar ese bulto. Eso sí, quedarse en Ceuta les lleva a un riesgo: el de ser atracados por una banda que está atemorizando a los porteadores para quitarles sus pertenencias.
Este lunes la jornada está más tranquila. Las acumulaciones de personas se van formando de manera gradual, mientras Marruecos sigue sin dar plazo para permitir la apertura del ‘Tarajal II’. Dependerá de las obras de seguridad que tiene que llevar en su lado, entre otras cosas para evitar las críticas, cada vez más duras, tras las muertes en un mes de dos porteadores y la difusión de imágenes de hombres y mujeres durmiendo en condiciones infrahumanas a pie de carretera. Los polígonos del Tarajal funcionan a medio gas, mientras se gesta una cacerolada con la que se protestará, este 8 de noviembre, por la situación de bloqueo vivida en una frontera cuyas consecuencias repercuten directamente en los negocios de las naves pero también en el resto: transportistas, consignatarios, servicio público… se sumarán a esta queja unánime.