Que la ciudadanía se siente insegura a determinadas horas y, sobre todo, en algunos puntos de la ciudad es un hecho. Tener miedo es legítimo, viene acorde a la repetición de sucesos de impacto en poco tiempo y al hecho de no ver Policía en la calle. Ambos factores se dan la mano para que la ciudadanía desconfíe de esa situación de cierta calma y tranquilidad que se vende. Ya no se trata solo de las quemas constantes de vehículos o elementos urbanos, sino de la repetición de atracos llevados a cabo por ‘aficionados’ que buscan dinero fácil y hacen alarde de una violencia extrema: no les importa golpear a una anciana, a un menor o acceder a una vivienda sin saber siquiera con qué se van a encontrar. Tampoco les importa hacer lo mismo en un comercio, esperando a que no haya clientes en su interior. Por su manera de actuar se ve que son personas en busca de un golpe fácil, torpes pero con disponibilidad de armas blancas y pistolas, que pueden ser simuladas o no.
Esto traducido a la calle y a la sensación de inseguridad de la ciudadanía es peligroso. Mucho. Lo es porque genera un miedo superior al ajustado a la realidad pero con consecuencias muy malas, porque hay quienes de manera interesada usan esto para sus propios intereses particulares y partidistas. Cualquiera que se dé una vuelta por Ceuta a determinadas horas comprueba que no hay presencia policial y la que hay es escasa, insuficiente para lo que sucede.
La organización no responde a la necesidad que la población tiene de encontrar respuestas para que cambie esa sensación de miedo. No se puede tener a un agente en cada esquina ni prever cuándo a alguien le dará por delinquir, pero sí se puede garantizar que, en un justo reparto de la cantidad de agentes que hay en Ceuta, si sumamos todas las fuerzas de seguridad, se garantice una mayor y más rápida respuesta que la que ahora se ofrece. No se puede permitir que se avisen de hechos delictivos a punto de producirse y la llegada de una patrulla se produzca bastantes minutos después y con recursos nada acordes a lo denunciado.
Los intentos por desplegar a efectivos en las barriadas no han tenido la efectividad requerida, quedarse de brazos sin ponerle solución pronta va en detrimento de lo que se reclama a pie de barrio y es favorable a los peores radicalismos de los oportunistas que se frotan las manos.