No se trata de inmovilizarnos, de quedarnos quietos, pasivos como estatuas sedentes cansadas de descansar. Todo lo contrario.
Ayer, en el Claustro, la dirección del Centro nos avisó de la nueva normativa que quiere pasar a ley. “Restringir el uso de los móviles en primaria, secundaria y, salvo indicación del docente, también en Bachillerato”.
Este gobierno enclenque y debilucho que intenta bailar con Dios y con el Diablo no suele ser tajante en sus medidas. Da palos de ciego, sugiere, propone, deja en manos de otros, apela a la responsabilidad y un largo etcétera. Todo menos legislar en firme sobre el tema.
¿Qué hacemos con el móvil señora Alegría? ¿Nos puede decir usted, si su santo jefe se lo permite, qué coño hacemos con el móvil en el cole y en el instituto?
Que si, que no, que a ver, que depende, que a lo mejor.
Yo imparto clase en la ESO y Bachillerato no se podrá imaginar, señora ministra, la lucha, la paciencia, el guarda el móvil, que te quito el móvil, el no se puede utilizar el móvil.
Requisa el móvil, ponle un parte, llévalo a Jefatura, habla con el padre, con la madre o con la abuela si te descuelgan el teléfono.
Mis colegas y yo hasta los mismísimos de este mantra ridículo que acaba con la paciencia del Santo Job.
"Esto es como el tabaco; pueden traerlo a clase pero se prohíbe fumar"
Suelo hacer concesiones en Bachillerato por eso de la rapidez para mandar información y para ahorrar miles de euros en material a las arcas públicas. Pero nada, las más de las veces veo a los alumnos apalabrados, amarcianados, muertos de risa con el TikTok, mandando o consultando WhatsApps o vaya usted a saber. Es pasearme por el aula y “despavoridos por la regañina” hacen como el que no quiere la cosa.
Todos, todas y todes con un móvil que no podrán utilizar durante seis largas horas, recreo incluido.
Vaya cosa más extraña. Traiga usted el móvil pero no se le ocurra utilizarlo.
¿Hacemos campaña? ¿Traemos a los mejores psicólogos, pedagogos, psiquiatras, teóricos de la comunicación, semiólogos, expertos en adiciones y a cualquier influencer?
Ayer impartiendo clase de Santo Tomás, alumnos decían no haberse enterado de nada después de varias sesiones. No se preguntaron por el motivo ni la causa. Llega el examen y hay que fusilar al santo como bien hacen los papagayos. Mientras clamaban por mis pésimas explicaciones seguían con su móvil. Lo mismo estaban consultando las vías o los problemas entre la razón y la fe.
Esto es como el tabaco; pueden traerlo a clase pero se prohíbe fumar. Todos entenderemos la prohibición de fumar que sido asumida por todo el mundo.
Se atreverá la señora ministra a hacerlo con el móvil como si fuese la nicotina?
¿Prohibido?
Habrá que debatir sobre el sexo de los ángeles una y otra vez.
Yo no sé, en Francia ya han comenzado.
No estamos preparados para la libertad y la utilizamos como nos viene en gana.
Mientras tanto contaré mañana los móviles y las llamadas de atención...y a Tomás que le den.