L o comentábamos ayer e insistimos hoy, porque el hecho es demasiado grave para que sea pasado por alto o se intente solventar con un comunicado. Que dos personas tan queridas entre los trabajadores como son Juan Carlos Mata y Milagros Corrales hayan presentado su dimisión porque sencillamente no pueden más, tendría que haber provocado, como mínimo, una convocatoria de rueda de prensa pública del director territorial y del propio gerente. Pérez Padilla y Cabeza se escudan en su gabinete de prensa para intentar superar la minirevolución interna con cuatro caras largas y algún que otro comunicado, pero eso no vale. A no ser que les guste la polémica y por haber optado con un cierre de heridas superficial, al final les venga la sangría sin avisar.
En el ámbito sanitario las cosas están mal. Los trabajadores están muy quemados con la situación y el malestar es más que evidente con anuncios de cese como los que hemos conocido esta semana. Ante esta situación el gerente, contra el que cargan todos, se ha negado a contestar explicando el porqué de la ruptura con los sindicatos. No es postura valiente de la administración, ni va a servir para resolver los problemas que se están gestando en el área. ¿Qué optan por seguir callados?, cada uno es libre de optar por un suicidio colectivo amén de una falta de respeto hacia aquellos medios de comunicación que intentan, cuando menos, no ser partidistas.
Ingesa es libre de elegir la política de comunicación que quiera, también de escoger la forma que tiene de tratar a los sindicatos y a los que la misma cúpula directiva ha elegido como mandatarios. De igual manera tiene que alardear de ese mismo talante cuando le llueven las críticas, unas críticas a las que luego no puede acusar de alarmismo. Cuando menos sería de locos.